Paysandú, Sábado 12 de Junio de 2010
Opinion | 12 Jun En materia de salud, mal que pese a quienes han proclamado una y otra vez que el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) promueve la igualdad en el acceso a la salud a todos los ciudadanos del país, sin temor a equivocarnos podemos señalar que sigue plenamente vigente el esquema histórico de que en Uruguay, y sobre todo en el área de la salud, hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, de acuerdo al lugar en que residen.
Tenemos por un lado los que viven en Montevideo y el anillo metropolitano, que son los que tienen acceso pleno tanto a los servicios primarios de salud como en forma inmediata a los institutos de medicina altamente especializada, en tanto los que lo hacen en otros centros urbanos tienen un acceso similar en determinadas áreas, pero están severamente restringidos cuando se trata de los actos médicos de alta tecnología, desde que la regionalización está todavía en los papeles, y quienes necesitan estos servicios deben realizar largos traslados a Montevideo para ser atendidos.
La cosa ya pasa a mayores en el caso de localidades del interior departamental y áreas rurales, y este escenario es mucho peor cuando a la vez nos extendemos hacia el norte del río Negro, desde que las carencias en la materia son directamente proporcionales a la distancia con Montevideo.
Por lo demás, es notorio que Montevideo nuclea prácticamente al 70 por ciento de los profesionales médicos, como así también a los centros de mayor desarrollo tecnológico, técnicos y funcionarios mejor capacitados, por lo que en materia de salud el centralismo no solo está instalado desde siempre, sino que además existen intereses creados, tanto empresariales como de profesionales. Ello explica que sea harto difícil arrancarle siquiera un instituto de medicina altamente especializada de carácter regional para el Interior, y además, como hemos visto en Paysandú, una vez que un equipo de tratamiento médico toma el destino de Montevideo, como ocurriera con el litotriptor del Hospital Escuela del Litoral, se va para nunca más volver, pese a las promesas de licitaciones y compras que nunca se han cumplido, como ocurriera también durante la Administración Vázquez.
El interior profundo tiene además el grave problema de falta de médicos residentes para la atención de pacientes de la zona, que significan una real primera contención y detección precoz donde más influyen negativamente las distancias y las dificultades de acceso.
Lamentablemente, en el poder central poco y nada se ha hecho de efectivo por radicar, promover y/o obligar a la radicación transitoria o permanente de médicos en el Interior, pese a que todos los uruguayos ponemos de nuestros bolsillos para que la Facultad de Medicina forme médicos en forma gratuita, estén o no en condiciones de pagarse sus estudios.
El presidente José Mujica se refirió más de una vez a este tema en sus visitas al Interior durante la campaña electoral, y ha instruido al ministro de Salud Pública, Daniel Olesker, para que diseñe un esquema que por lo menos comience a revertir este panorama que significa más postergaciones para los habitantes de los rincones más aislados del país.
Según da cuenta el semanario “Búsqueda”, esta secretaría de Estado, como parte de un plan que busca cumplir este objetivo manifestado repetidamente por el mandatario, resolvió implementar un Programa de Salud Rural. En tanto se encuentra en la etapa de diagnóstico de las necesidades y problemas, esta iniciativa incluirá un sistema de estímulos económicos y funcionales, para que médicos, enfermeras, y personal sanitario, tanto de mutualistas como de hospitales públicos, decidan instalarse al menos durante un período en las zonas alejadas de las capitales.
Según Olesker, “el acceso a la salud es un factor muy importante de reducción de las desigualdades” y este programa se inscribe en el marco de los “planes de erradicación de la pobreza e indigencia”, pero también “dentro de un objetivo que Mujica ha expresado reiteradas veces y es que quiere que la población permanezca en el medio rural y si es posible que crezca”.
Como bien señala el jerarca, más que problemas de empleo, las dificultades pasan por el acceso a los servicios, por cuanto “hay mucha gente que hoy trabaja en el medio rural y va y viene todos los días porque su familia vive en el poblado más cercano debido a que la educación, la salud, los servicios de saneamiento, la vivienda, están ahí”.
Y si bien todavía no están identificados exactamente por el ministerio los posibles estímulos para lograr estos objetivos en la salud, es positivo que se esté pensando en estímulos económicos de médicos y personal de enfermería, así como incorporar como mérito contundente para la carrera funcional el haber desplegado actividades en el medio rural, así como integrar equipos que recorran las zonas más alejadas.
Y entre las posibilidades, no sería descabellado que a través de la Universidad de la República, en coordinación con el Ministerio, se exija que médicos egresados cumplan determinados períodos de servicios en áreas rurales para devolverle a la sociedad los aportes que ésta hace para su carrera gratuita, entre otras alternativas para comenzar a hacer algo serio y valedero por la salud de los habitantes de nuestro siempre olvidado interior profundo.
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