Opinion | 09 Jun Es probable que la temática del tránsito, como uno de los mayores problemas que aquejan a nuestro departamento, haya incidido directamente en el comportamiento de un electorado sanducero que, harto de esta situación y tras cinco años de gobierno frenteamplista, situó nuevamente a un representante del Partido Nacional al frente del Ejecutivo departamental. Con más buenas intenciones que resultados concretos, la administración que concluye intentó enfrentar el desafío que desde hace años plantea un tránsito desordenado, caracterizado por la violación sistemática de las normas y en muchos casos desconocimiento absoluto y hasta criminal de la autoridad municipal. A través de una ley nacional, se reinstauró el uso obligatorio del casco y en una medida bastante resistida, se estableció la obligatoriedad del uso de luces cortas durante el día y cinturón de seguridad. Sin embargo, una vez más la realidad se estableció por encima de la norma y un elevado porcentaje de los conductores tardaron mucho en atenerse a la nueva ley, en tanto otros directamente optaron por permanecer fuera del sistema, actitud posibilitada en gran medida por la escasa aplicación de la comuna en las tareas de fiscalización, circunscriptas casi en exclusividad a los días de semana.
A estos problemas característicos del tránsito sanducero desde hace un tiempo se sumó el de los escapes libres, verdadero flagelo que pocos saben de qué manera enfrentar efectivamente. Todo indica que en menor o mayor medida este complejo escenario, donde ni siquiera la incautación de vehículos hizo la diferencia, pudo haber influido en el resultado de las elecciones municipales, pero lo más importante es el desafío que plantea a la nueva administración, cuyos integrantes deberán, sin dilaciones, atender uno de los aspectos más sensibles y problemáticos de la gestión municipal y que lejos de mejorar, atraviesa un evidente proceso de empeoramiento.
Un Paysandú cuyo parque vehicular sigue en aumento y donde los accidentes de tránsito continúan haciendo estragos entre los jóvenes, requiere un urgente y a la vez inteligente cambio de rumbo. Ese, entre otros, es el gran desafío del nuevo Ejecutivo Comunal.