Paysandú, Miércoles 16 de Junio de 2010
Locales | 11 Jun Es una población mayoritariamente adulta. En toda la colonia de Santa Kilda viven 42 familias. Actualmente ya no quedan descendientes de alemanes como originalmente ocurrió. En 1930 estas tierras pasaron al Banco Hipotecario, hoy habitan otros colonos. Los límites de la colonia tienen como punto de referencia al oeste en el kilómetro 428 de la ruta nacional 3 y el arroyo Zanja Honda al Este, al Norte con la zona más poblada y el arroyo Guaviyú.
Los actuales colonos plantan boniatos y maní. El nivel socio económico es bajo. Las tierras son de muy mala calidad con un índice Coneat menor de 100, por lo tanto los habitantes tienen que luchar mucho para poder obtener el sustento y cada día poder cumplir con la renta. La calidad de vida es muy precaria, no existen los servicios de energía eléctrica, ni agua potable, las comodidades distan de alcanzar el mínimo indispensable. En algunos casos están endeudados y en otros no le han podido pagar al Instituto de Colonización. Hoy la escuela continúa siendo el referente máximo de toda la comunidad. Se ha transformado en el centro de convocatoria hacia los padres para que participen y se involucren con las actividades que en el centro educativo se realizan.
No importa el día ni los horarios, la respuesta y apoyo al maestro habla de gente que quiere superarse y apoyar a sus hijos para que tengan un futuro mejor. Esto significa que la escuela ha podido integrar un poco más a la comunidad ya que existían conflictos entre vecinos por problemas económicos.
Por eso se redobla el esfuerzo todos los días, para que los habitantes de la colonia mejoren sus condiciones de vida y su entorno fortaleciendo su propia identidad. Los espacios de reencuentro son especialmente necesarios, porque, como comentan algunos, permite verse las caras y recordar parte de un pasado donde la colonia tenía otro auge, con más familias y mejor situación económica.
El destino es incierto y los habitantes de Santa Kilda no saben cómo serán los nuevos tiempos, porque no están pasando bien. El comedor de la escuela es el fiel reflejo de la situación, aunque los padres sacan de donde pueden y la comida a los chicos no les falta.
La producción de maní también camina con gran incertidumbre al no tener en claro que es lo que puede pasar. De todos modos el futuro no parece muy prometedor para las generaciones que vendrán y que seguramente no elegirán esos lugares para proyectar sus vidas.
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