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Paysandú, Miércoles 16 de Junio de 2010

Padre Manuel Oriental Pías, una larga vida dedicada a la vocación sacerdotal

Locales | 13 Jun En el acto de homenaje al padre salesiano Manuel Oriental Pías, realizada por la mesa de la Junta Departamental, hubo una muy clara y enfática exposición del señor José Rivero Horta. En ella sostuvo “la satisfacción de poder dar a conocer de un brevísimo pantallazo algo de la personalidad, de la presencia transformadora de este salesiano de Don Bosco, de este hombre de Dios, en estos 75 años de entrega a los demás, especialmente a los más pobres y a los niños”.
“Mi conocimiento del padre Pías, viene de muy lejos: corría el año 1947, el Colegio del Rosario estaba de fiesta, festejábamos a San Luis Gonzaga y era la fiesta más grande que se había hecho en aquella época. Recuerdo que sobre 18 de Julio en unas piezas que ya no existen, se armó un gran almacén donde había todo lo que un niño o joven podía imaginar o querer, desde caramelos a libros de cuentos pero sobre todo lo más deseado era lograr una pelota de fútbol de cuero número cinco. Demás está decir que en ese tiempo era un instituto solo de varones y por eso lo de la pelota. Todo estaba a la venta pero no había necesidad de dinero para acceder a algo, alcanzaba con puntos que se ganaban en la clase: una buena lección, un deber bien hecho, la conducta, los juegos en el patio, el compañerismo y la participación en las actividades religiosas”.
“Quien capitaneaba la gran fiesta era el catequista o sea el padre Pías y no era fácil, había que llenar el almacén de mercaderías y los posibles ‘clientes’ éramos muchos y había que preparar mucho más”.
Rivero Horta afirmó que el padre Pías “había comprendido perfectamente lo que decía el padre de la Congregación Salesiana: para ser un buen cristiano lo más importante es estar contento. Hacer consistir la santidad en estar muy alegres, ‘tristeza y melancolía, fuera de la casa mía’ decía Don Bosco”.
VOCACIÓN TEMPRANAMENTE MANIFESTADA
Manuel Oriental Pías, nació el 25 de mayo de 1918, en el caserío de Guayabos en nuestro departamento, hijo de Camilo Pías y Leticia Silveira, el primogénito de nueve hermanos en un hogar de profundas raíces cristianas. “Por problemas de trabajo de don Camilo, que era correo de campaña, pasan a vivir en Guichón donde transcurre su niñez cursando los cuatro primeros años de primaria en la escuela de la localidad e inicia su preparación para la primera Comunión con una tía que era la catequista. Este encuentro con Jesús Sacramentado lo marcará para todo el resto de su vida y posiblemente se inició allí el misterioso llamado del Señor para que él lo siga, aún no siendo muy consciente de ello: su gusto por estar junto al altar como monaguillo cada vez que el padre Pedro Dequier llegaba al pueblo o preferir quedarse solo en su casa para leer y releer aquel libro grande lleno de imágenes que era el catecismo y que aún lo conserva”.
Más adelante afirmó el disertante que “la tierra estaba preparada para que la semilla germinara, un hogar cristiano, una tía muy importante para él y sobre todo, la presencia y referencia como modelo del padre Pedro Dequier, sacerdote que misionaba en toda la campaña sanducera”. Con el correr del tiempo el llamado “se hizo más fuerte y vital”, dijo también en quien “aprovechando un viaje en tren hacia Montevideo del querido padre Ortega, parte este niño a continuar sus estudios en la Escuela de Manga, haciendo el noviciado. Luego es enviado a Córdoba, Argentina para hacer el teologado y pronunciar sus votos perpetuos en el año 1940”.
MISIóN POR LOS NIÑOS, POBRES Y ENFERMOS
Destacó Rivero Horta que “con 25 años recibe el sacramento del orden sagrado o sea se convierte en sacerdote del Altísimo en aquella ciudad, el 21 de noviembre de 1943 y elige como lema que lo motivó para toda su vida: ‘Tu reino eucarístico quiero propagar, difundir, extender’.
Ser mediador entre Dios y los hombres y sobre todo servidor espiritual pero también material de los más humildes y necesitados, olvidados e ignorados y más desprotegidos. El 8 de diciembre del mismo año reza su primera Misa acá en Paysandú en la hoy Basílica de Nuestra Señora del Rosario; su primer destino fue en nuestra ciudad y los siguientes el Colegio Pío de Villa Colón, La Teja, San Miguel de Villa Muñoz, Melo, Las Piedras y varias veces Paysandú y ya que está el padre inspector de la Congregación, Martín Sturla, ya le decimos que de aquí no lo dejamos ir”.
Puso énfasis que “dentro de su Congregación Salesiana los modelos que influyeron en él fueron los del padre Luis Paula, quien fue superior en el Uruguay en un largo período y dos grandes que actuaron durante muchos años en nuestra ciudad que dejaron huellas imperecederas como hoy lo hace el padre Pías. Ellos fueron el padre Dámaso Moreira y el padre Pedro Dequier. Años y años llevando su ministerio a la campaña en moto, enfrentando las distancias en aquellos viajes interminables con el frío y el calor: El Eucalipto, Buricayupí, Soto, Paso de los Carros, Guarapirú, Ceballos, fueron testigos de su labor de dos días por semana que anunciaba por una audición de radio. Fue maestro y profesor de Literatura, ha incursionado en la poseía clásica y también en la gauchesca. Pero su vocación principal, para la cual ha dedicado toda su vida, son los niños, los pobres y los enfermos”, sostuvo el disertante entre otros conceptos por demás fundamentados.


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