Paysandú, Jueves 17 de Junio de 2010
Locales | 13 Jun Sres. de El TelEgrafo
y lectores:
Denomino esta solicitada Indignación. La historia comienza este año, cuando con mi señora nos prometimos asistir al evento estrella que ha ganado Paysandú y es el Cocinarte 2010. La verdad que en las ediciones anteriores no había podido ir por diferentes motivos como ser algunos personales y otros por desinterés. Pero debo reconocer que siempre nos quedaba ese sinsabor de no haber concurrido o habernos perdido cosas interesantes, impostergables quizás. Entonces este año con la colaboración de la prensa local hemos sido empujados. Nos informamos de las diferentes charlas, exposiciones, etcétera, para agendar la asistencia. La verdad nos interesaba: la del doctor Damico el jueves (retraso de 20 minutos aproximadamente); la de Hoffman (Cheff que participara en la TV en el programa “Buen día Uruguay” y el cual recuerdo su participación e imágenes en Francia sobre el tema que habló) a la que no asistimos por seleccionar la del sábado de un profesor que se denominaba “Importancia de la Hotelería en Uruguay” (o “Importancia de la hotelería en el turismo”, no recuerdo bien), pactada para las 16:30.
Aclaro que mi vocación, formación aún terciaria y experiencia se basa en la Hotelería y por eso (y por un tema económico también) elegí la del sábado. Mi señora fue a la de Damico para repartirnos conocimientos y prioridades. Como les dije más arriba, la del Dr. Damico comenzó con retraso de unos 20 minutos por fallas de organización con la amplificación. La de Hoffman no opino por lógicas ausencias. La del sábado con la mayor expectativa para reforzar mis conocimientos: la de concienciar a los empresarios hoteleros sanduceros para que sean profesionales (no confundamos profesionales con 5 estrellas). Como todo uruguayo que soy llego sobre las apuradas a la hora de comienzo, en la entrada pago los $50 y pregunté dónde era, a lo cual me respondió con firmeza y simpatía la encargada de boletería, aclarándome que aún no había comenzado. Entre un agradecimiento (por no haberme perdido nada) y desapruebo (por la demora que tendría y desorganización) entro al gimnasio bien decorado y me acerco “al cajón” donde era la charla. Había otra de unos expositores que promocionaban con ímpetu sus productos. Entonces decidí recorrer el concurso, los estand y volví para ver si había terminado la charla anterior y nada. Volví a ver el concurso, me reencontré con algunos conocidos, degusté el exquisito café que las amables promotoras expedían y de nuevo fui “al cajón” para ver si había terminado la propuesta anterior; y no, seguían cocinando. Ah!, me olvidé de contarles que esa charla se comenzó sin amplificación porque la potencia eléctrica no daba: saltaba la llave térmica, escuché por ahí entre organizadores. Fui al estand de Argentina, recorrí los hermosos e inmensos álbumes de fotos que tenían mientras esperaba mi charla. Por allí veo que terminó la otra, y repartían las diferentes comidas enseñadas, supongo. Para eso veo que comenzaban a armar los chicos de Cocineritos de la fundación local y entonces caí que algo mal andaba por ahí en la organización. Agrego que para ese entonces eran las 18:20. Acudo al estand de la organización a preguntar y ahí me informan que se había suspendido, que el profesor había seguido para Salto. Imagínese mi “calentura” porque era lo único que fui a ver y después de casi dos horas me dicen eso, solo porque lo averiguo. Entonces es aquí donde hago mis apreciaciones: sepa que el concurso tenía amplificación, por lo que la excusa de no avisar no corre. No se puede ser organizador y participar a la misma vez. Las fallas que notamos en escasas dos horas y media fueron varias y tontas para ser que en ese evento no hay nada impredecible para la organización (a cualquier electricista se le puede preguntar si alcanza la potencia o si no hay que agregarle). La gente paga por un servicio que no lo dan (no existe una charla sin amplificación). Yo como creador y prestador de servicios no puedo fallar (ejemplo: hoy es 18 de julio y no hay facturas, por ende no hay desayuno… ¡no!, se compran de otro lado o se hacen) y menos sabiendo que tienen experiencia de seis presentaciones anteriores en este caso. Me cuesta creer que esas fallas se sigan dando. Y por último si hacemos el balance pagué la entrada, fui por la charla, no se realizó, y me “comí” casi dos horas de espera. Resultado: me volví con la mayor desilusión del evento estrella de Paysandú, no solo por mi caso sino por las otras fallas que vi también y comenté. Quiero que esto sea un llamado de atención porque después nos quejamos de que la gente no apoya y los comercios tampoco. A no lamentar. El resto de la producción estaba bastante bien. Alvaro Brasesco
RECIBIMOS Y PUBLICAMOS
La Policía a la puerta
de los liceos…
¿Y la cultura?
Entre el 14 y el 16 de abril (tan solo 2 días), surgen reiteradamente en la prensa escrita, noticias referentes a la falta de seguridad en los liceos, fundamentalmente en las zonas periféricas de Montevideo y las medidas que se manejan para atender el tema, tanto a nivel de Secundaria como del Ministerio del Interior. Las mismas informan de “barritas” de jóvenes, muchos de los cuales son ex alumnos de los liceos afectados, que concurren a la hora de entrada, antes que toque el timbre, a “arreglar los problemas del barrio”. Frente a esta situación, sin dudas preocupante, mientras padres, alumnos y profesores reclaman más seguridad en los centros de estudio, lo cual llevó incluso a movilizaciones por parte de estos últimos, Secundaria recorta el presupuesto para contratar el servicio 222 de la policía y el Ministerio del Interior se encuentra abocado al retiro de dicho servicio del mercado. Sin embargo, los argumentos expuestos de un lado y de otro para la justificación de sus acciones son bastante disímiles. El Ministerio del Interior, luego de una reunión de coordinación entre comisarios y directores de liceos, expresó a través del sub jefe de Policía de Montevideo, Washington Curbelo, que “El servicio de vigilancia 222 se está retirando del mercado para cumplir eficazmente con el cometido policial”, aclarando luego que no obstante esta decisión política del Ministerio, la decisión de tomar personal de 222 o de seguridad privada es un “resorte” de las autoridades de Secundaria.
En las prioridades presupuestales de los dos delegados docentes al Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) no figura un aumento en el presupuesto para contratar el servicio 222, destinado a la vigilancia de los liceos. Prefieren destinar más fondos a la generación de nuevos cargos de porteros y conserjes para, según aseveraciones del futuro consejero por los docentes, Néstor Pereyra, “ayudar a fortalecer los vínculos dentro de los liceos”. Las expresiones de Pereyra llaman a la reflexión. Por un lado, expresa que “Los casos de violencia son graves y reales”, pero acto seguido se despacha con que “creemos que el aumento del gasto en el 222 no tiene sentido, preferimos mejorar los vínculos dentro del liceo”. ¿De qué vínculos está hablando Pereyra? El vínculo que debe ocuparse de fortalecer en los liceos, es el de los alumnos con los libros, con la aplicación al estudio, con las ganas de saber, de superarse y ser el mejor en lo que hacen. Los vínculos que no fortalecen los padres en la casa, no los van a fortalecer los porteros o los conserjes del liceo. El pasado viernes 21 de mayo, informa EL TELEGRAFO de alumnos heridos de arma blanca en el liceo Nº6 de Paysandú y de profesores amenazados, por barritas de jóvenes ajenos al centro de enseñanza, lo cual derivó en un piquete y la negativa de los estudiantes a entrar a clase. El martes 1 de junio, El País informa de episodios de intimidación y hostigamiento provocados por una minoría de alumnos que amenaza y golpea a los niños de más corta edad, en la escuela pública de Nuevo Berlín. Al igual que en Montevideo, tampoco en estos lugares parecen pedir más porteros o conserjes. Indudablemente, la sociedad del “pase social” que “dirige” Pereyra, se cae a pedazos. Mientras tanto, Secundaria se aprestaba a reunir días atrás a su cuerpo inspectivo, a fin de promover el uso del uniforme en los liceos, con la idea de generar un elemento que identifique a los estudiantes de manera que sea notoria la presencia de personas extrañas dentro de los liceos. Nueva interrogante: ¿Cómo?; ¿no es que el uniforme era un símbolo oprobioso de la dictadura, de la cual nos habíamos liberado gloriosamente con el regreso de la democracia? ¡Y ahora quieren reimplantarlo! Según expresiones del consejero Martín Pasturino, “por razones de seguridad y equidad”. Si el uniforme lo propusiera un opositor sería un nazi, excluyente, autoritario. Lo propone Pasturino y al perecer es macanudo, “seguro” y “equitativo”. Las autoridades de la enseñanza y la corporación, caen, al menos, en la incoherencia. Desde la reinstauración democrática, la enseñanza uruguaya ha sido “vapuleada” casi con una reforma por nuevo gobierno que asumía, resultando hoy en un país donde tenemos al mismo tiempo, en un mismo centro educativo, estudiantes que se educan de día en un plan y de noche en otro diferente y otros que empezaron en un plan y nunca supieron en cuál terminaban porque una reforma los sorprendía en el camino. Resultando hoy, en un país donde permiten que el que no sabe nada pase de clase, con la excusa demagógica de evitar la deserción, la exclusión, o de favorecer la “inclusión social” (el popular “pase social”). Así tenemos hoy, alumnos que no saben redactar, que tienen horrores ortográficos, que apenas leen una oración entera de corrido, que desconocen la matemática, que no saben ni que se conmemora el 25 de agosto y que creen que Beethoven es el perro lanudo de una película de Disney. La inseguridad, la brutalidad, la falta de valores, lo burdo y lo grotesco de nuestra sociedad, es el resultado de la espantosa formación (o de la deformación) a la que el gobierno y la corporación han sometido a muchas generaciones en las aulas y los cada vez más abundantes desnaturalizados hogares uruguayos. La sociedad se va por el caño. ¡Hacen falta policías vigilando los centros educativos, donde se supone que reside la cultura! Y en el centro de este caos, existen “autoridades” que procuran convencernos que con porteros y uniforme todo queda bajo control. Bajo control sí: ¡de las “barritas” que asolan los centros de estudio! Lic. Martín Appratto Mathisson
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