Opinion | 16 Jun Según comunicó la Policía Caminera, desde esta semana comenzó a fiscalizarse que las motos y bicicletas que circulan por las rutas nacionales cuenten con todos los elementos de seguridad exigidos y en buenas condiciones mecánicas. Esta medida responde a que un gran porcentaje de los accidentes carreteros con víctimas fatales involucra a los birrodados. Esto no es algo que sorprenda a quien transita por nuestras carreteras asiduamente, puesto que es más común de lo aconsejable encontrarse en la noche con motocicletas sin luces ni elementos reflectivos que adviertan su presencia sobre la calzada, con el agravante que generalmente sus ocupantes visten ropa oscura.
En algunos casos portan tan solo una linterna de mano con la que pretenden marcar su posición, algunas veces iluminando débilmente hacia el asfalto, desconociendo el perfecto camuflaje que llevan que los hace invisibles hasta para el conductor más precavido. Esta acción kamikaze no distingue de oscuridades, lluvia o niebla, y quien así obra suele argumentar que es tan parte del tránsito una moto o bicicleta que un auto o un camión, lo que es correcto excepto porque no es posible respetar a quien no se ve.
Además existe una gran diferencia de velocidad de circulación entre unos y otros, que puede provocar que el vehículo más liviano pierda estabilidad por efecto de la succión y caiga bajo las ruedas del que lo está adelantando. Por este motivo, aún las horas del día representan un riesgo para la circulación de las motos y bicicletas en las rutas, especialmente al atardecer o amanecer cuando las luces y las sombras se confunden y el Sol provoca encandilamientos que son más pronunciados si el parabrisas está sucio. Estos factores se multiplican con el cansancio de los conductores de largas distancias.
Por todo lo expuesto, no es de extrañar que en las proximidades de las ciudades y pueblos se produzcan tantos accidentes de este tipo, además de la influencia de otros factores lamentablemente tan comunes como la ingesta de alcohol, en especial los fines de semana. Es entonces bienvenida la disposición oficial, aunque habrá que ver con qué asiduidad podrá realizar los controles y con qué recursos contará la fuerza para hacerlos efectivos, ya que de otra forma será letra muerta.