Paysandú, Martes 22 de Junio de 2010
Opinion | 15 Jun Insólitamente, el presidente José Mujica ha avalado el procedimiento por el cual fue contratado “a dedo” como asesor en comunicaciones de Antel el licenciado en recursos humanos Martín Fabregat, hijo de la periodista Sonia Breccia y sobrino del secretario de la Presidencia de la República, Alberto Breccia, ambas personas de confianza del oficialismo.
Y decimos insólitamente, porque el mandatario se ha manifestado como un abanderado de la reforma del Estado, y precisamente el procedimiento de designaciones e ingreso en el ámbito estatal es uno de los puntos más cuestionados por Mujica, quien se ha expresado en todos los casos como partidario del concurso y de la competencia en méritos.
En este caso, con un sueldo de 75.000 pesos, el nombramiento recayó en una persona de confianza política de la fuerza de gobierno y, encima, cuando el mandatario fue interrogado al respecto respaldó la designación formulada por la nueva presidenta del organismo, Carolina Cosse, porque de buenas a primeras el nuevo “funcionario” le ha permitido modificar contratos que le habrían significado unos 400.000 dólares de ahorro al ente.
Ex profeso o no, el jefe de Estado ha entreverado los cables, porque lo que no está en tela de juicio es la idoneidad o no del designado jerarca y si sirve para el cargo, sino el procedimiento, que ha sido cuestionado anteriormente hasta el hartazgo por el propio Mujica, al punto de que su postura ha generado ira en los gremios de funcionarios estatales y en determinados sectores del oficialismo.
El nuevo funcionario podría haber igualmente hecho ganar un millón de dólares a Antel --no se ha demostrado todavía que haya logrado ahorrar un dólar, pero igualmente nos quedamos con la palabra del presidente-- e igualmente haber ingresado irregularmente por la vieja figura del clientelismo político, tan criticada por el Frente Amplio a los partidos tradicionales y que sin embargo es ya una práctica corriente en esta administración y sobre todo en Antel, escenario del sonado caso del ex policía que ingresó a un alto cargo de confianza simplemente porque invocó un llamado del hermano del entonces presidente Tabaré Vázquez, o del hijo de una directora que también entró por un simulacro de concurso. Ello da la pauta de una contradicción flagrante de mensajes que suenan lindos al oído pero que luego no se compadecen con la realidad y que no contribuyen a la credibilidad en el sistema político.
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