Paysandú, Sábado 26 de Junio de 2010
Opinion | 22 Jun Tras largos seis años de interrupción, el próximo 29 se levantará el impasse en la ronda de negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur, en la perspectiva de avanzar en un tratado de libre comercio entre ambos bloques, en el marco de contactos que habían quedado sin efecto en medio de avatares y sobre todo de elementos distorsionantes en uno y otro bloque promovidos por algunos de sus socios por intereses particulares.
En este caso, la sede del encuentro de las delegaciones será Buenos Aires, donde se sentarán frente a frente los negociadores de la UE y el Mercosur en procura de desbloquear las negociaciones a través de una serie de reuniones que se extenderán por cuatro días y en las que en el caso concreto de Uruguay, existe un marcado interés por establecer un marco que permita ingresar con nuestros productos en condiciones ventajosas a ese gran mercado.
El director de Integración y Mercosur de la Cancillería, Cr. Walter Cancela, expuso al respecto al diario El Observador que en la primera ronda de negociación seguramente se harán planteos, pero no se intercambiarán ofertas, en tanto señaló que sin lugar a ninguna duda a Uruguay le interesa concretar un tratado de libre comercio con los europeos, y que en lo particular confía en que en una negociación que se prevé difícil se ampliará el ingreso a la zona euro para productos vitales para nuestro país y que hoy están limitados, como es el caso de la carne, para el que se establecen cuotas, así como productos agrícolas y lácteos.
Los productos más vendidos por Uruguay al viejo continente son madera, pieles y cueros, lanas, pescados y frutos. Así, en el primer cuatrimestre de 2010 se exportaron más de 140 millones de dólares en carnes y despojos comestibles, lo que significó una caída del orden del dos por ciento respecto a igual período del año pasado, mientras que en el caso de la madera, carbón vegetal y manufacturas de madera, las ventas se duplicaron en el período respecto al mismo lapso de 2010.
Igualmente, computando todas las ventas de nuestro país a la Unión Europea, se llega a que ese destino es el 17 por ciento de nuestras exportaciones, es decir el segundo en importancia detrás de los socios de la región, e incluso la balanza tiene un saldo positivo para Uruguay de poco más de 37 millones de dólares. Aún teniendo en cuenta este aspecto, de lo que se trata es de tener en cuenta el potencial que tiene el mercado europeo, que es mucho mayor que el intercambio que tenemos hasta el presente, desde que un tratado de libre comercio, en tanto camino de ida y vuelta, conlleva mejorar la calidad de vida de la población ante el acceso a mayor cantidad de bienes y servicios.
Ahora, en esta tesitura, cuesta justificar que se hayan perdido seis años sin avanzar siquiera un centímetro en la negociación entre bloques, cuando en teoría ambos tienen para ganar en un tratado de libre comercio, como ha sido la constante en los que se han suscripto hasta ahora entre numerosos países.
Precisamente el punto es que se trata de bloques, y que lo que le puede servir a un país no necesariamente le sirve a otro del mismo bloque, y viceversa, desde que hay muchos intereses en juego y dentro de cada nación existen grupos de presión que procuran obtener el mayor rédito posible o reducir los eventuales perjuicios.
Estimaciones de fuentes europeas indican que globalmente con un tratado comercial el Producto Interno de cada zona crecerá unos 4.500 millones de euros por año, y recientemente el presidente de la Unión de Exportadores, Alejandro Bzorovski, dijo que en el actual contexto internacional de incertidumbre y crisis en Europa, “se torna más urgente la necesidad de apurar las negociaciones para cerrar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea”, desde que beneficiará a varios sectores de la economía uruguaya.
Pero ocurre que no todos tienen el mismo interés, y es así que el que no tiene ningún apuro por avanzar, como lo ha demostrado hasta el momento, es Brasil, desde que su política ha sido hasta ahora la de hacer valer el tamaño de su economía para primar en el Mercosur, donde coloca sus productos terminados y ha presionado para mantener un arancel externo común que encarece los productos de extrazona. Esto se debe a que de lograrse un acuerdo de este tipo, los productos europeos podrían competir con ventajas comparativas con los de Brasil, que tiene una industria manufacturera muy fuerte pero aún de inferior calidad.
Además, Itamaraty tiene su partido propio que jugar en la “cancha grande”, como país emergente, lo que hace que tenga intereses ambivalentes y que le resulte mucho más importante obtener condiciones ventajosas donde realmente le importa que integrando un bloque, jugando individualmente en el terreno internacional y desligándose de las “ataduras” de nuestro bloque regional cuando éstas no le sirven, por lo que corresponde tener presente estos elementos a la hora de adoptar decisiones que condicionen nuestro futuro como país.
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