Deportes | 21 Jun La frase del título, casi patentada en el fútbol argentino, bien puede adaptarse a lo que está sucediendo con la selección de Francia en el Mundial.
Los galos, que no dan pie en bola, están sumergidos en un lío impresionante que terminó con la expulsión de Anelka del plantel, la renuncia del secretario de la Federación Francesa que acompaña a la selección, y la postura del plantel de no entrenar en la víspera, en una clara guerra contra el cuerpo técnico.
Raymond Domenech, entrenador francés, recriminó a Anelka el no poner demasiadas ganas en el partido que por el Grupo A el equipo jugaba frente a México. Y ardió Troya: Anelka lo insultó, y el técnico amenazó con que no saldría a jugar el complemento, lo que sucedió.
El suceso salió en la prensa francesa y se armó flor de revuelo, ante lo que la Federación optó por eliminar del plantel al delantero.
Los jugadores se rebelaron y, para colmo, antes de que se leyera la carta de los jugadores en la que explicaban la medida, el capitán casi se toma a golpes con el preparador físico.