Opinion | 24 Jun La violencia en las aulas no es una novedad. Sin embargo, ciertos casos ocurridos últimamente han puesto el tema sobre el tapete y padres, autoridades, e incluso muchos estudiantes, están preocupados.
El maltrato verbal entre estudiantes y docentes, la violencia que ejercen ciertos estudiantes sobre sus compañeros (que en inglés se denomina bullying), la inseguridad en algunos locales liceales a los que ocasionalmente ingresan personas extrañas a generar problemas o el vandalismo, son otras aristas del problema que no siempre ocupan los titulares en los medios de comunicación pero que forman parte de un todo complejo y de difícil solución.
Del otro lado, las autoridades del sistema educativo aún no han dado en el clavo para encontrar soluciones reales a estas situaciones, que no son exclusivas de estos espacios sino que más bien éstos son un espacio de reproducción de situaciones de violencia que también están presentes fuera de las aulas.
Ahora, el sistema educativo busca prevenir y mejorar el tratamiento de situaciones conflictivas en centros de enseñanza y para ello el Codicen está promoviendo cursos en línea sobre convivencia saludable dirigidos a directores e inspectores de todo el país. Además, como una forma de atender la situación particular de cada centro, se incluyó en el Monitor Educativo de Primaria un registro sobre el clima de convivencia de cada centro.
Según informó Ultimas Noticias, también se diseñó una guía para la promoción de buenos climas de relación y estrategias de tramitación de conflictos que se distribuyó en todas las escuelas. La capacitación es necesaria en la medida que los docentes habitualmente no reciben una formación específica para el abordaje de las múltiples situaciones de violencia que pueden llegar al aula, el patio o la puerta del liceo o la escuela. Sin embargo, al encarar el problema no podemos perder de vista que estas manifestaciones tienen causas que no pueden ser atribuidas sólo a la dinámica en el espacio escolar, sino que la escuela o el liceo acogen y reproducen muchas de las dinámicas de la propia sociedad. Hablar de la violencia ejercida por estudiantes es reducir el problema cuando en realidad debemos abordarlo con visión amplia para buscar estrategias efectivas para prevenir y mitigar la violencia –manifiesta o simbólica-- existente en torno a todo el sistema educativo. La tarea no es sencilla pero sumamente necesaria.