Opinion | 28 Jun Actualmente hay 9.100 presos en nuestro país, y se estima que el 60% de ellos reincide al quedar en libertad. Unos 2.300 estudian dentro de las cárceles, mientras el 75% de los presos tiene entre 18 y 29 años. Según un estudio elaborado por la Comisión de Apoyo a la Educación en Cárceles, los presos se caracterizan por una mala escolaridad, plagada de desenganches del sistema, alta conflictividad, repeticiones reiteradas y desconexión con la realidad. A esto se suma, en una gran proporción, la expulsión del sistema escolar por indisciplina o abandono por motivos económicos.
El informe de la comisión, que recopiló las iniciativas educativas en los distintos centros de reclusión, destaca que hay 110 profesores de secundaria, 51 de primaria y otros tantos de enseñanza técnico profesional en doce establecimientos penitenciarios dictando cursos a presos. Esta iniciativa tiene como objetivo ayudar a facilitar la reinserción social de quienes recuperan su libertad, abatiendo así los índices de reincidencia. El trabajo de la comisión comenzó en 2007 a partir del diagnóstico que reveló que había más de 7.000 presos, de los cuales el 40% no había completado la educación primaria.
¿Es posible la rehabilitación de los presos por el camino de la educación? El estudio señala que el panorama actual no se modificó significativamente por ahora. Sin embargo, la educación nunca da resultados en forma inmediata. Más allá de esto, la educación es un derecho de todo ciudadano. Debido a los delitos cometidos, estas personas son privadas del derecho a la libertad, pero no así deben serlo del derecho a la educación.
La educación debe estar presente en los establecimientos carcelarios pues contribuirá a que los reclusos tengan una oportunidad de reinserción social al cumplir con su pena, pero también para revertir la oscuridad del encierro, favoreciendo el mejoramiento en su calidad de vida. Como en todos los ámbitos, debe continuarse la apuesta a la educación.