Deportes | 28 Jun Uruguay sorprende. La selección uruguaya de fútbol, la misma que fue la última en confirmar su presencia en el Mundial de Sudáfrica 2010, se metió entre las ocho mejores del mundo sorprendiendo a propios y extraños.
En silencio, intentando hacer valer la experiencia del técnico y el trabajo planificado a lo largo de cuatro años, la Celeste sorteó uno de los grupos más complicados de la cita mundialista, en la que cualquiera de los cuatro tenían, en lo previo, la chance de acceder a los octavos de final.
Paso a paso la selección demostró ser consciente de lo que se estaba jugando y encaró cada partido del Grupo A como una verdadera final. Pasó Francia, con Uruguay realizando una gran tarea defensiva pero sin poder soltarse colectivamente en ataque.
El empate sin goles dejó a los cuatro equipos en las mismas condiciones, después de que también fuera igualdad el choque inaugural entre los otros dos rivales.
Sudáfrica, el anfitrión, llegaba como nuevo escollo a sortear por Uruguay. Y ahora sí el equipo se asemejó mucho más a lo que está en condiciones de dar.
Un 3 a 0 contundente, con dos goles de Forlán y uno de Alvaro Pereira, le dieron a los celestes la primera victoria mundialista después de 20 años. Y un baño de esperanza de cara a lo que se venía por delante.
Frente a México, en el último partido de la serie, un empate dejaba a los orientados por Oscar Tabárez en el primer lugar.
Pero Uruguay mantuvo la expectativa de poder quedarse con el triunfo y así no depender de nadie. Y después de 46 años abrazó un segundo triunfo consecutivo, que tuvo otro significado por demás especial: permitió a los celestes clasificar a octavos de final como primeros en este complicado grupo, con siete de los nueve puntos en juego en su haber, con cuatro goles anotados y la valla invicta.
La defensa, clave en esta participación mundialista, fue el gran cimiento de la esperanza celeste, sabiendo que de mitad de cancha hacia arriba se cuenta con jugadores desnivelantes que pueden volcar el resultado a su favor.
Dentro del trabajo defensivo, está claro que ingresan dos volantes que se han transformado en el símbolo de la selección uruguaya, y que siguen sorprendiendo a todos: Arévalo Ríos y Pérez han sido dos leones indomables.
Uruguay llegó a octavos para enfrentarse a una complicada Corea del Sur, que ya no basa su juego solo en la velocidad imparable de sus jugadores, y la potencia física de siempre. Le sumó un avance técnico importante.
Y todo eso hizo que Uruguay sintiera y mucho el trámite de ese partido clave, en el que las variantes se demoraron más de lo deseado pese a que el objetivo de seguir de largo, llegó en los pies de un Suárez que apareció en cuentagotas, que recibió desde esta parte del mundo más insultos de lo deseado, pero que tapó bocas demostrando su capacidad goleadora.
Y se sigue haciendo historia. O siendo fiel a aquella que escribieron los luchadores celestes de antaño.
Uruguay ya está en cuartos de final. Deberá derrotar a Ghana para meterse en las semifinales, entre los cuatro mejores del mundo.
Es cierto que el camino que tuvo y tiene Uruguay pensando en seguir de largo es accesible, y podría permitirle a la Celeste volver a estar entre los mejores a nivel mundial. Pero no es menos cierto que para Uruguay todo rival es complicado, como lo demostró una Corea que para muchos era accesible al mil por mil. Pero complicó.
Y complicará un equipo de Ghana que promete sacar pecho por el fútbol africano, y que también quiere seguir haciendo historia. pero la mayor preocupación pasa por Uruguay y, sobre todo, por la respuesta física que pueda tener un equipo que terminó fusilado ante los coreanos, y que de aquí al viernes, día del partido por los cuartos de final, solo tendrá que dedicarse a descansar.
La Celeste está cerca. Pero hay que tener los pies sobre la tierra. Porque si bien vale la pena soñar, ya cumplió.