Locales | 02 Jul En un discurso más político, el ex presidente Luis Alberto Lacalle saludó el centenario del diario, recordó a Fernando Baccaro y delineó entre el presente y el futuro lo que sería el Uruguay de 2025 y las posibilidades que se dan para llegar a “ese país que no está lejos” siempre que “dejemos nuestros corporativismos y egoísmos”.
Sus primeras palabras fueron para el ex director del diario, Fernando Miguel Baccaro, destacando “ese entusiasmo por Paysandú que siempre quiso servir y sirvió eficazmente”, mencionando sus visitas al despacho de Fernando escuchando “sus consejos y sus discrepancias”. Afirmó que “hemos continuando esa relación con los que le suceden, pero quiero tener por él, el gigantón tan suave y tan dulce pero tan firme en sus convicciones, que supo abrirnos las puertas de su diario y de su afecto”. Luego de los aplausos que siguieron a esa introducción, bromeó sobre que no creía estar “para el segundo centenario de EL TELEGRAFO, aunque hay algunas dudas en el Partido Nacional”.
Luego, anunciando que “ahora nos ponemos un poco serios”, se refirió al Uruguay del futuro, donde hizo claros planteos políticos, aunque bregando por la unidad nacional y afirmando que “no hay un ellos y un nosotros, hay un nosotros polifacético”. En su análisis político rememoró la historia del país desde 1963, y dijo que ahora “el país se conoce mejor, después de la rotación de los partidos en el poder” en este país que definió como “grande y rico”, situándolo en 2025.
Temas como la hidrovía “como palanca de desarrollo, un puerto de aguas profundas en Rocha, somos el gran Rotterdam de América Latina”. Dijo que ahora el río “está prácticamente vacío de embarcaciones” cuando “estaba lleno hace 100 años”, pero que ahora “vuelve a ser la gran vía de transporte para que todo este litoral, de ambos lados del río Uruguay, se enriquezca”.
Habló también del Mercosur “que no será de unión política, sino comercial, porque no hay nada más fácil que relacionarse con mercaderías y el intercambio de las riquezas mutuas”.
Manejó el término “unidad nacional” como algo que “por suerte” se está dando “en todas las asociaciones políticas, sociales y culturales. No hay más ellos y nosotros, hay un nosotros polifacético, lleno de matices, pero un nosotros que se llama República Oriental”.
En su visión del Uruguay social, confundiendo expresamente presente y futuro, Lacalle dijo que “hemos aventado la lucha de clases, no en lo filosófico pero sí en la práctica. La hemos sustituido por la competencia de clases, que hay que amparar y cuidar”.
Argumentó que “es un tema de articulación y encuentro, no hay posibilidad de mejor salario y más estabilidad que el éxito empresarial”, afirmó, y en esa especie de nebulosa de presente y futuro dijo que “eso lo ha comprendido el dirigente sindical que cuida sus derechos y tiene más protección, pero que se preocupa por la primera de las preocupaciones: que haya trabajo, más y mejor empleo. Y el empresario ha comprendido que su colaborador, si está bien pago, si hay incentivo para que produzca mejor, si hay premio por productividad, estamos en una relación de convergencia y de competencia”.
Concluyó el concepto señalando que “ahí está la unidad nacional reflejada en la policromía del patrón y el empleado, pasivos y activos, Interior y Montevideo”.
Habló de la educación y de las políticas consensuadas, la participación de los políticos, los profesores, la importancia de “no bajar los niveles de excelencia” y la enseñanza de los valores que se aprenden en el seno de la familia, sean hogares formales o “monoparentales, porque ya no es la familia tradicional”, reiterando que “la mejora de la enseñanza, del nivel educativo, es lo mejor que le podemos regalar” a los jóvenes.