Paysandú, Miércoles 07 de Julio de 2010
Opinion | 04 Jul Dos de cada tres liceales uru-guayos abusó del alcohol en los últimos 15 días y más de la mitad son consumidores habituales, según datos de la cuarta Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media, realizado por la Junta Nacional de Drogas.
La encuesta fue aplicada a una muestra de 4.305 alumnos en 119 liceos públicos, privados y también en escuelas técnicas de nivel secundario de ciudades de más de 10.000 habitantes, lo que significa que abarca un universo ampliamente significativo para el 60% de la población uruguaya entre 13 y 17 años, que es la que está escolarizada. Como resulta evidente, el alcohol representa un consumo problemático para una importante porción de adolescentes y jóvenes uruguayos y lo peor del caso es que la amplia mayoría de los padres no desconoce ese hecho: la encuesta reveló que las primeras experimentaciones son tempranas (a los ocho, nueve o diez años) y se realizan en el hogar en situaciones como cumpleaños o fiestas de fin de año. De ahí a la borrachera consuetudinaria de fin de semana hay un paso.
Como dato, cabe añadir que el consumo abusivo de alcohol implica una ingesta mínima de dos litros de cerveza, ¾ litros de vino, o cuatro medidas de bebidas destiladas. Uno de cada tres adolescentes aseguró haber tenido un episodio de intoxicación con alcohol en los quince días previos a la realización de la encuesta.
Esta información da cuenta no sólo de un aumento del consumo de alcohol entre los jóvenes, sino que también corrobora lo que cualquiera puede ver en una salida de fin de semana. En verdad es un problema demasiado grande y demasiado serio como para seguir haciendo la vista gorda.
Y no es un problema sólo de los jóvenes sino también de sus adultos referentes, puesto que la encuesta mostró que el consumo de drogas legales --entre las que se incluye el tabaco-- está legitimado por buena parte de los padres y esto, a su vez, refuerza la posibilidad de que el adolescente consuma drogas ilegales.
Como no podía ser de otra manera, la investigación también demostró que cuando los padres conocen los lugares a los que sus hijos concurren los fines de semana, su grupo de amigos, su desempeño escolar, y especialmente cuando se comparten las actividades familiares con los hijos, el consumo de drogas disminuye.
El bienestar de sus hijos debería ser la primera preocupación de un padre pero además, hay que ocuparse. Y eso parece ser lo que falta.
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