Locales | 02 Jul Cómo medir las características y la propia idiosincrasia de algunas comunidades rurales, cuando muchas veces estamos tan alejados de lugares olvidados. La escuela rural es un verdadero termómetro que mide no solo el nivel socio económico, sino también como se socializa un centro poblado, villa o colonia. Este es el caso de un niño que valiéndose de la generosidad de su familia – propia de quienes habitan la campaña oriental – no captó el pedido original del maestro y confundió una cosa por otra.
El programa de vacunación que recorre el interior rural sanducero avanzaba con el cronograma de inoculación a escolares de campaña. Un día antes de que los vacunadores visitaran uno de los referidos establecimientos escolares, el docente solicitó a sus alumnos que al día siguiente concurrieran a clase con el carné de vacuna.
A la mañana del nuevo día y ya cuando casi todos estaban dentro del salón, bajó de su caballo Roque, un alumno de segundo año, quien muy preocupado ubicó como pudo una bolsa de arpillera que casi lo superaba en tamaño sobre el escritorio del maestro. El maestro, que no despegó un instante los ojos del pequeño preguntó: “¿Qué es lo que traes en esa bolsa, Roque?”. El niño algo agitado y quitándose el abrigo y los guantes respondió: “dice mamá que le manda carne de oveja, porque carne vacuna no tiene”.
El maestro hizo una rápida recorrida con su mirada para ver si alguien reaccionaba con lo que había pasado, pero al ver que nadie emitió palabra alguna, volvió su mirada hacia el niño y solo atinó a responder: “está bien Roque, muchas gracias. Seguramente lo vamos a disfrutar en el almuerzo de mañana”.
Aunque no faltó la insistencia del docente para que regresara por los papeles que contiene el registro de las vacunas del año.
Existen ciertas conductas y reacciones de la realidad que superan a la ficción y este es uno de esos casos en los que muchos dejarán abierto el margen de duda, aunque realmente haya pasado.