Paysandú, Sábado 10 de Julio de 2010
Opinion | 10 Jul Cada vez más aislado internacionalmente, el régimen cubano ha anunciado a una representación de la Iglesia Católica que liberará a 52 presos políticos, que son los que quedaban en prisión del grupo de 75 personas arrestadas en 2003 por la policía política isleña.
Si bien no estamos ante un anuncio oficial del régimen, se lo da como bueno por provenir de la Iglesia Católica, y lleva implícito por fin el reconocimiento de que este régimen tiene presos de conciencia, un extremo que había sido negado hasta último momento por el gobierno de Raúl Castro, como lo había hecho su hermano Fidel, que siempre intentó convencer a la opinión pública internacional –por supuesto que sin éxito-- de que se trataba de presos comunes encarcelados por la justicia independiente.
Es que pese a que no se registra un efecto como el que se registrara en los ex países del socialismo real, a partir del desplome y desaparición de la ex Unión Soviética, el régimen cubano se resiste a cambiar, aunque sabe que sus días están contados y hasta ahora lo que ha hecho es otorgar alguna que otra concesión para transmitir una imagen de flexibilidad que por supuesto dista de la realidad que existe en la nación gobernada por el régimen marxista leninista que fundara Fidel Castro hace más de medio siglo.
En esta oportunidad, gracias a las gestiones de la Iglesia Católica cubana, y en coincidencia con la visita a La Habana del canciller español Miguel Angel Moratinos, el gobierno de Raúl Castro anunció que pondrá en libertad en los próximos meses a los 52 presos de conciencia de los 75 que todavía siguen en prisión, e incluso cinco de ellos serán excarcelados en las próximas horas y podrán salir en breve hacia España en compañía de sus familiares.
De concretarse, será esta la más importante excarcelación de presos realizada por el régimen cubano desde 1998, cuando el Papa Juan Pablo II visitó la isla, y recibió este gesto de la dictadura cubana.
Pero según observadores, la cifra real de presos de conciencia en la isla no es menor a las 167 personas, por lo que la liberación de menos de una tercera parte de los afectados no implica claramente una mejora en la situación de los derechos humanos en Cuba, pese a que el régimen está procurando mejorar su letra ante los cuestionamientos crecientes en el ámbito internacional, que fue muy tolerante durante varias décadas, apostando a que algún día la isla evolucionaría hacia un sistema democrático.
Pero la realidad indica que las simpatías que otrora despertara en gran parte del mundo intelectual de izquierda se han sido agotando y que los mismos defensores del régimen ya no lo consideran como un paradigma al persistir la dictadura y los problemas de siempre en cuanto a los derechos humanos, desde que en una balanza de cosas positivas por un lado y de negativas por otro, claramente el segundo extremo se impone y salta a los ojos del mundo que no se justifica para nada la dictadura que se mantiene férreamente desde la mitad del siglo pasado.
El régimen cubano también ha perdido en gran medida el soporte de la Unión Europea (UE), que impuso sanciones a la isla por los sucesivos casos de presos políticos, y esta postura se ha acentuado ante la muerte en febrero del preso opositor Orlando Zapata, tras 85 días en huelga de hambre, a lo que se agrega el ayuno de Guillermo Farías, desde esa fecha, quien decidiera abandonarlo en las últimas horas ante la expectativa de la liberación de presos políticos. Pero mucho más importante aún, la dictadura cubana ha saturado al mundo democrático, e incluso la consigna tan en boga otrora ante los radicales de izquierda de “no tocar Cuba” ha pasado al olvido como bandera también ante otros sectores de izquierda en todo el mundo, los que si bien no critican abiertamente al régimen, con algunas excepciones, están manteniendo cada vez más distancia con la situación en la isla y reconocen que lejos de ser una campaña de la derecha, existe una realidad que solo no ve quien no la quiere ver.
Lo cierto es que la dictadura cubana ha fracasado como instrumento predestinado a ser factor de desarrollo y la mejora de calidad de vida de los habitantes de la nación caribeña, donde los logros en materia de salud y muy poca cosa más –pero con una gran burocracia que sigue gozando de privilegios, como en todos los regímenes comunistas-- no alcanza para disimular ni por asomo las enormes carencias y pobrísima situación de los cubanos, que no pierden la oportunidad de desertar en cada delegación que viaja al exterior, pese a la férrea vigilancia policial que sufren del régimen, porque el ansia de libertad es una fuerza mucho más poderosa que cualquier opresión, provenga de donde provenga.
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