Opinion | 13 Jul La llegada al país de una ola de frío polar está produciendo las temperaturas más bajas de lo que va del año y todos tratamos de reducir nuestras salidas al exterior al límite de lo absolutamente necesario mientras preferimos mantenernos a resguardo en nuestros hogares. Allí lo común es recurrir a distintos tipos de artefactos para calefaccionar las habitaciones. Estufas a leña, a gas y eléctricas son lo más común pero los hogares más modestos siguen recurriendo a otros como braseros y estufas a queroseno.
En todos los casos el uso de estas fuentes de calefacción requiere actuar con sumo cuidado a los efectos de evitar consecuencias indeseadas y potencialmente mortales. La costumbre de poner a secar ropa junto a la estufa puede resultar peligrosa si la tarea no se realiza con cuidado y permanente vigilancia. Esta práctica adquiere aún más riesgo en aquellos ambientes donde hay niños pequeños e incluso muebles cercanos a la fuente de calor.
Dejar las estufas a leña encendidas cuando no estamos en nuestros hogares también implica un riesgo porque pueden saltar chispas que inicien un incendio en muebles o cielorrasos.
Lamentablemente, cada año sobran ejemplos de accidentes provocados por descuidos de esta naturaleza. Sin ir más lejos, este invierno aquí en Paysandú han fallecido personas intoxicadas con gases provenientes de fuentes de calefacción y también más de un caso de pérdidas materiales en incendios provocados por estufas.
Recuerde que las estufas y braseros no deben emplearse en locales sin ninguna ventilación; en el caso de las estufas a gas es fundamental cerrar la llave de paso al finalizar su utilización y siempre por la noche, así como evitar las corrientes de aire sobre la llama para que no la apaguen. Asimismo, es necesario vigilar los recipientes líquidos que se colocan sobre fuego ya que al hervir y rebosar pueden apagar la llama. Estas recomendaciones básicas y el sentido común deben primar para permanecer en nuestros hogares en forma cómoda y segura durante el rigor del invierno.