Paysandú, Domingo 18 de Julio de 2010
Opinion | 14 Jul ¿Cuánto está dispuesto a pagar por algo que es gratis? Antes de aventurar una respuesta negativa, piense en todo lo que ha gastado hasta ahora en calentar agua en su calefón, cuando perfectamente puede lograr los mismos resultados con energía solar. Probablemente muy pocos uruguayos sean conscientes de lo fácil que es obtener agua caliente de esta forma y lo sencillo que resulta construir el aparato necesario. Se trata tan solo de un depósito de agua aislado térmicamente, por ejemplo un tanque de acero cubierto de lana de vidrio u otro aislante, protegido por un recipiente externo y conectado a una cañería de varios metros de longitud ubicada dentro de una caja también aislada pero que deje pasar a su interior a los rayos solares, como podría ser un cajón de madera plano con tapa de doble vidrio, que impide que el calor acumulado vuelva a la atmósfera. Al llenar todo ese circuito de agua, el efecto sifón y la convección por calentamiento irán elevando la temperatura dentro del tanque, que puede alcanzar valores muy similares a los del equipo eléctrico convencional. Sin embargo son muy pocos los que cuentan con calentadores solares en sus hogares, e incluso es común ver en la campaña donde no hay servicio eléctrico que la gente caliente el agua que piensa usar para la higiene personal en los fogones, con todos los inconvenientes que ello conlleva.
Es por eso que consideramos muy positivo el impulso que el Gobierno le está dando a la energía solar principalmente para estos usos, que más allá del ahorro que pueda producirle al país por la optimización de la generación de electricidad, es absurdo que se siga pagando por lo que la naturaleza nos da sin costo alguno. Claro está, esto es más allá de la inversión inicial en instalaciones sanitarias adecuadas y en el equipo necesario. Sobre esto último, convendría también fomentar el desarrollo de la industria nacional, promoviendo la fabricación de aparatos dentro de fronteras dado que no son una tecnología que no pueda desarrollarse localmente.
Un equipo importado de este tipo cuesta actualmente entre unos 12.000 y 30.000 pesos, aunque ciertamente conviene mantener en línea el clásico calefón eléctrico o a gas para “terminar” el calentamiento, lo que significa un gasto extra. Sin embargo, el Gobierno estima que esa inversión se desquita en unos cinco años, cuando el equipo solar tiene una duración de unos 20, muchos más que los eléctricos comunes que suelen fisurarse sin posibilidad de reparación entre los cinco y siete años de funcionamiento.
Todos estos argumentos bien podrían ser suficientes para que la mayor parte de la población se vuelque a la energía solar, pero para ello es necesario más que nada una fuerte campaña de información que demuestre las ventajas y desventajas de uno y otro sistema.
Y mejor aún sería que se lograsen abaratar los equipos solares, ya sea promoviendo la fabricación nacional --que además daría trabajo a los uruguayos-- como por exoneraciones a la importación o planes de financiación para la compra.
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