Paysandú, Lunes 19 de Julio de 2010
Deportes | 15 Jul Emocionado, sin saber qué decir. Casi enfundado en lágrimas ante el cariño de la gente. Así llegó Nicolás Lodeiro a Paysandú después de su aventura mundialista.
“Nunca esperé este recibimiento de la gente. Ni el de ayer (lunes) en Montevideo, y menos el de hoy. No sé cómo explicar lo que siento, no sé qué decirle a la gente, más que gracias”, era lo que salía con voz entrecortada, todavía sin poder reaccionar.
“Esto fue increíble, la gente me paraba en los peajes para sacarse fotos o para que le firmara algo. La gente en la calle… Nunca me imaginé esto, estoy completamente agradecido”, repetía una y otra vez.
En medio de la locura, Nico aseguró que la experiencia vivida en el Mundial fue inolvidable, y que si bien le sucedieron muchas cosas en Sudáfrica, “por algo pasan”. Lodeiro sabe que “hay que seguir disfrutando, porque esto es impagable y no se consigue todos los días”.
El volante habló poco de fútbol. Y está bien. Pero valoró que la campaña realizada por Uruguay estuvo basada en el grupo, que “fue fundamental para alcanzar lo que logramos. En todo momento se notó que estaba muy bien, integrado por buenas personas y con mucha unidad. Y que tenía ganas de conseguir cosas importantes”.
Lodeiro disfruta, siente como su corazón late como nunca. Va quedando atrás “el peor momento” de su vida, nada menos que cuando recibió la tarjeta roja ante Francia, minutos después de haber ingresado. “Pensé que se me venía el mundo abajo, pero fueron esos segundos. La vida sigue y el fútbol siempre da revancha, ya que pude entrar frente a Corea y Ghana”.
Queda atrás, más allá del recuerdo de la bota que llevará en su pie derecho por 30 días, la fractura de un dedo durante el partido ante Ghana. “No podía más. Me lesioné ni bien entré y, cuando vi que Abreu entraba y no era por mí, sabía que no había más cambios y tenía que apretar los dientes y seguir hasta el final. El dolor era insoportable, pero tenía que poner todo”, reflexiona. Mientras intentaba hilar algunas palabras, la locura seguía a su alrededor. “Fueron muchas las cosas vividas, tuvimos un poco de suerte, pero fue una experiencia única en el fútbol. Este Mundial dará que hablar para toda la vida”, afirmó. Nico intentaba mantener una conversación, pero era imposible. Pero sabe que este recibimiento no pasa por el cuarto puesto, sino porque “dejamos la vida en cada partido, y la gente lo vio. Queríamos regalarle a la gente algo importante, porque ahora y en las eliminatorias nos sentimos apoyados y nos pone contento que estén disfrutando todos”. Ahora será tiempo de descansar antes de volver a Holanda para la recuperación. Será tiempo de estar en familia, la misma que lo apoyó desde el primer momento, desde que a los 12 años decidió irse a Montevideo para jugar al fútbol. “Los viejos siempre estuvieron conmigo, los tengo siempre presente y sabía, a la distancia, que estaban disfrutando. Y eso me ponía contento”, agregó Nico, mientras volvía a abrazar y besar a su sobrina y ahijada, Juanita, que saludaba en los brazos de su abuelo.
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