Opinion | 17 Jul De acuerdo con cifras divulgadas en los últimos días por las autoridades de la Salud, en el marco del “Día Nacional para la Prevención del Suicidio”, en nuestro país se quitan la vida dos personas cada dos días. Estos números, por demás alarmantes, sitúan a Uruguay (según la OMS) en el grupo de naciones con mayor tasa de suicidio, junto a Francia y varios países de la Europa del Este. La divulgación de estos porcentajes se efectuó simultáneamente al anuncio de que el gobierno, atento a esta situación, implementará un registro obligatorio de intentos de autoeliminación, al tiempo que ofrecerá talleres de sensibilización e incentivará la formación de docentes y policías, como estrategia para fortalecer el sostén social. Según opinó la doctora Stella Bocchino, de la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, es preciso desterrar algunos mitos como aquel que indica que “el que hace un intento de suicidio luego no se mata”, ya que entre el 50 y el 70 por ciento de quienes cometen un intento, finalmente terminan por suicidarse. Para el director del programa de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, Lizardo Valdez, se trata de “un problema complejo” que responde a muchas causas y que “deberíamos verlo como un síntoma y no como una enfermedad”. Además, señaló que las tasas más altas se registran “en lugares donde hay acceso a una cantidad de cosas y posibilidades que no hay en otros”. Las cifras son alarmantes y nos enfrentan a una realidad que pocas veces somos capaces de ver con claridad. No obstante, la preocupación de las autoridades por enfrentar el problema y ofrecer respuestas es un buen síntoma para comenzar a revertir estos índices. De todas formas, la capacidad de aceptar lo que nos pasa y de solicitar ayuda profesional, así como el fortalecimiento de nuestra vida de relación, pueden ser parte de la respuesta que muchos uruguayos necesitan para creer que vale la pena seguir adelante.