Paysandú, Jueves 22 de Julio de 2010
Opinion | 19 Jul En materia de turismo es evidente que en el departamento últimamente poco se ha hecho y menos se ha logrado. En un departamento donde se dispone de atractivos naturales de tanto valor como el río Uruguay y las fuentes termales y con una historia que ha hecho que Paysandú trascienda todas las fronteras poco se ha realizado para que el turismo sea una importante y genuina fuente de ocupación e ingresos.
La difusión y consiguiente explotación de lugares que van desde Purificación a las “ruinas de Paysandú”, desde los saladeros y corrales de piedra al “Palacio Morató”, desde los sitios históricos de “La Heroica” hasta las termas de San Nicanor, Guaviyú y Almirón requieren de una planificación inteligente y experta que no podemos reclamar a un gobierno departamental que en estos momentos apenas si está conociendo la situación en que se encuentran sus dependencias, sus equipos y sus finanzas. En este aspecto somos los primeros en reconocer que se necesita un lapso prudencial para ajustar planes y coordinar con la actividad privada, fundamental para la explotación del turismo y en definitiva poner al departamento en el interés de los turistas que tantas divisas aportan a la economía del país.
Pero, lo que resulta impostergable y a la vez es relativamente sencillo de realizar es la recuperación de una infraestructura que, acaso por la falta de mantenimiento, acaso por desidia o falta de interés o de fondos, se ha ido deteriorando ostensiblemente.
La comparación de las instalaciones de nuestras principales termas, Guaviyú, con la “competencia” directa, léase Salto o Entre Ríos, arroja un saldo realmente en contra de nuestros intereses.
Seguramente la mayoría de nuestros lectores conocen por lo menos las Termas de Daymán en el vecino departamento y hace algún tiempo brindamos un amplio informe sobre las termas entrerrianas ubicadas en las cercanías de Paysandú, en un radio inferior a los cincuenta kilómetros, y allí dimos a conocer la calidad de los servicios que se ofrecen. También oportunamente efectuamos un relevamiento fotográfico de falencias y problemas en las instalaciones de Guaviyú.
Ante esta realidad, que hoy resulta aún más notoria, es que se impone una rápida acción que determine no ya la realización de nuevas obras sino simplemente la reparación de algunas ya existentes.
En ese sentido, resulta evidente la necesidad de recuperar una caminería que en algunos tramos directamente no existe, en otros tiene zanjas que directamente impiden el paso de un vehículo normal. A tal punto llega el problema que si una persona se dirige a la hermosa piscina cerrada, si ha llovido, tenga la certeza de que llevará barro a las instalaciones pues el camino es de tosca y tierra negra. En el interior se encontrará con vestuarios muy elegantes pero que por obra y gracia de un misterio insondable no tienen percheros. También resulta casi increíble que si Ud. se está bañando en la hermosa piscina “grande” necesita tener muy buena vista para ver el pequeño reloj que hay y mucha suerte para que le hayan puesto pila cargada. Y bien sabemos que no solo el bañista debe controlar su permanencia en las aguas calientes sino que muchos necesitan saber la hora por necesidades que van desde el abordar a un ómnibus hasta llegar a tiempo para la cena dispuesta en un motel. El costo de este servicio debe rondar en unos trescientos o cuatrocientos pesos por año.
Ahora, si Ud. pagó alrededor de setenta dólares por día para disfrutar de un motel, seguramente se va a encontrar con que el número del que le corresponde está escrito en un papel pegado al vidrio del frente, la cortina que sirve para cubrir la zona vidriada del frente cubre solo el 60% de lo que tapaba antes, no existen más los cuadros que adornaban las paredes, las mesas de luz no tienen veladoras, el teléfono no anda, es común que le entreguen las toallas mucho después de haber recibido el alojamiento, algunas puertas metálicas han sido cortadas a sierra para instalarles nuevas cerraduras dejando huecos, hay televisores que funcionan bien y otros que necesitan misteriosos artilugios para funcionar.
Hay algunos baños de los moteles que parecen haber sido recién construidos. Tienen tan poco tiempo de terminados que aún no se han dado cuenta que no tienen portapapel y jaboneras y en algunos casos tampoco perchas.
Son muchos detalles que cualquier persona con una mínima experiencia en el tema puede solucionar en pocos días y con reducido costo pero será por lo menos una forma de dejar un poquito más satisfechos a quienes se animan a visitar por unos días las Termas de Guaviyú.
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