Paysandú, Viernes 23 de Julio de 2010
Locales | 16 Jul Julio Alberto Menegazzi está casado con Raquel Horta, son padres de 6 hijos y nos contó parte de su historia como vecino rural. Hoy vive en la tranquila colonia Juan Gutiérrez. Se inició como productor rural junto a su cuñado en Cañada Grande, departamento de Río Negro. Fue quesero artesanal entre los años 1966 a 1973 y tiene un muy buen recuerdo de Conaprole.
Hace 18 años que vive en colonia Juan Gutiérrez. Luego compró un campo en los alrededores de colonia 19 de Abril, Después se fue para el kilómetro 18 de la ruta 90. Hizo agricultura, especialmente remolacha, rotando con trigo en pradera. También tuvo un campo más chico por la ruta 90 en el cual alternaba la producción de remolacha azucarera con tambo. Cuando Azucarlito suspendió las plantaciones, por el año 1992 pudo comprar algunas hectáreas más. “En 1983 cuando ocurrió el quiebre de la “tablita”, don Antonio Mallarino – presidente de Conaporle – me dio una gran mano y pude salir adelante”.
Menegazzi considera que “Juan Gutiérrez es una colonia muy especial, porque tiene cosas rarísimas. Cuando yo llegué en 1992, no había telefonía rural, ni luz y cuando llegamos estuvimos 8 años en un rancho de paja y terrón con mi hijo mayor. Recién en 1995 apareció la telefonía rural con los primeros transmisores. Estábamos en red de VHF con la cooperativa Calpa, y eso nos permitía hablar con el resto de nuestra familia. Todo eso fue un adelanto brutal. Por aquel entonces en el lugar vivían entre 20 a 25 familias; aunque dicen que en un tiempo hubo hasta 80 familias, hoy quedarán 17, con el agregado de que no queda gente joven, inclusive mis hijos también se fueron. Pasó una cosa rarísima porque Mevir construyó viviendas con servicio de energía eléctrica, con importantes comodidades, pero eso hizo que los colonos se complicaran en lo económico. Se construyeron 6 unidades productivas y 3 vecinos terminaron vendiendo y se fueron. Hablamos de gente que hacía años que estaba en la zona. Lo que en principio le había mejorado la vida en lo material, los terminó expulsando”.
Menegazzi comenta que “los productores chicos siempre llegamos tarde a los buenos momentos. Este país es muy cíclico, cuando uno se acomoda para aprovecharlo, se da vuelta la tortilla por tal o cual motivo. Los casos son contados, pero hay gente en la colonia que ha progresado mucho, en cambio otros la han peleado toda la vida y no han podido superarse”. “Creo que uno de los mejores tiempos que hubo – a pesar de la aftosa – fue durante el gobierno de Jorge Batlle, aunque yo soy blanco. El hombre supo concretar cosas importantes rebajando los costos”.
Sobre la quesería artesanal, Menegazzi dijo que a sus hijos “fueron productores de quesos artesanales, pero fue en tiempos donde el dólar se disparó y los costos de los insumos se fueron al doble. Aunque hoy el rubro de la quesería es rentable”. El hecho de que sus hijos no estén junto a él en la colonia le genera un dolor diario. “Ver el sacrificio que ellos también hicieron cuando llegaron a trabajar conmigo y que hoy no estén, duele”.
Menegazzi eligió “vivir en el campo por la sanidad moral. Uno en el campo es más dueño de su vida. Yo no soy un hombre de sonrisa fácil. Fui comerciante en la ciudad y marché para el campo por decisión propia”. Finalmente concluye que “la gran demanda del vecino rural es la caminería. Habría que reorganizar la vialidad”, reflexionó.
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