Opinion | 20 Jul Esta semana el ministro de Cultura enviará al presidente José Mujica el proyecto de ley de Promoción de Contenidos Culturales para cine, radio y televisión, el que el gobierno espera ingresar rápidamente al Poder Legislativo para su tratamiento y aprobación. La iniciativa, que tuvo un trámite parlamentario inconcluso el año pasado, fue promovida por la ingeniera María Simón, quien fue ministra de Cultura durante la administración de Tabaré Vázquez y actualmente es la subsecretaria de dicha cartera.
Si bien no han trascendido aún la totalidad de detalles y cambios que el actual gobierno ha introducido al proyecto, cabe recordar que según el anterior buena parte de la programación total emitida por los canales privados de televisión abierta deberá ser producción o coproducción nacional.
Noticieros, programas periodísticos y deportivos, revistas de variedades, documentales y entretenimientos nacionales podrán ser incluidos entre los programas nacionales que se busca transmitir. Sin embargo, este tipo de propuesta sólo podrá representar un 30% de la programación porque el 20% restante deberá ser ocupado por la ficción uruguaya, sean largometrajes, cortometrajes, telefilmes, telenovelas, seriales, comedias, dramas y policiales.
De aprobarse un proyecto de esta naturaleza, la televisión pública uruguaya estará obligada a tener el 70% de la programación con contenido nacional mientras que en la radio ese porcentaje alcanza el 30%. En su anterior edición el proyecto tuvo reparos debido a la exigencia económica que plantea a los medios de comunicación aunque otros lo vieron con buenos ojos en la medida que estaría generando mayores fuentes laborales para técnicos, artistas y comunicadores del país.
Si bien es cierto que impulsar un proyecto de estas características implica una apuesta fuerte a la capacidad, creatividad y talento uruguayo, no es menos cierto que tiene importantes implicancias económicas para un sector con tanta competencia interna como el de la comunicación en un mercado de dimensiones relativamente pequeñas como el uruguayo y, más aún, en el Interior. Tanto la televisión como las radios en Uruguay tienen una fuerte competencia de señales internacionales a través del cable o el éter, por lo que una decisión tomada en base a un proyecto efectista paradójicamente podría significar la desaparición toda la producción nacional. Por tal motivo es imperioso medir muy bien las consecuencias antes de sancionar una ley que, por medio de la imposición, pretenda promover contenidos sea del tipo que fuere.