Paysandú, Martes 27 de Julio de 2010
Opinion | 23 Jul Empresarios industriales nacionales han iniciado proyectos destinados a aprovechar los éxitos deportivos de la Selección Uruguaya de fútbol. Se considera que la participación oriental en el Mundial de Sudáfrica difundió una imagen muy positiva en todos los niveles y este hecho puede ayudar en el posicionamiento comercial del país.
También el Gobierno nacional, fundamentalmente a través del Ministerio de Turismo, utilizará la imagen de la Selección para promover a Uruguay como destino turístico. El titular de la cartera aludida presentará próximamente los avisos publicitarios que relacionan los logros deportivos con las bondades y atractivos del país. Desde los triunfos, el Balón de Oro para Forlán, el Mejor Gol del Campeonato, la “mano” de Suárez y hasta el penal de Abreu serán temas que recorrerán el mundo. Así, cuando se han acallado bastante los ecos de los festejos y las celebraciones que movilizaron a todo el país, sin excepciones, nos enteramos que una nave espacial podría haber estado mirando la caravana de recibimiento a los jugadores en Montevideo. Probablemente se tratara de observadores extraterrestres interesados en llevarse a algunos de los “Diegos” para jugar la próxima final intergaláctica. Bromas aparte, lo que pretendemos con esta introducción es simplemente reiterar la importancia, la trascendencia que tiene el fútbol en nuestro país y la necesidad que tenemos todos de apoyar decididamente este deporte. Y es en esta tesitura que no nos resistimos a publicar un fragmento de la nota firmada por Néstor Albisu, ex Jefe de Policía de Salto, en el diario “Cambio” de esa ciudad en el día de ayer. En la nota titulada “La culpa ¿de quién fue la culpa?”, relatando una charla con Obdulio Varela en Montevideo, relata que el “Negro Jefe” le expresó: “Le voy a contar jovencito mi experiencia con los dirigentes”.
“Allá en Brasil, por entrar a jugar la final, se me arrimó uno de ellos y me susurró: ‘Capitán, con perder por menos de cuatro goles estamos hechos. No hagan papelones’. Otro de ellos se vino a Montevideo el día antes… para no pasar vergüenza. Y cuando llegamos, se decidió que como entonces se entregaba sólo la copa, mandar a confeccionar medallas. Todo bien, salvo un detalle. Las medallas para los jugadores fueron de plata. Para ellos, los dirigentes, ¡de oro! Así puede ver que los dirigentes de antes no eran mejores que los de ahora”.
¿Y entonces? “En la referida charla con el inolvidable Obdulio le pregunté por los contratistas, que en ese entonces recién aparecían (principios del ‘60). El Gran Capitán les quitó importancia, incluso bromeó que a lo mejor si hubieran existido cuando él jugaba, no tendría que hacer las colas en la Caja para cobrar su magra jubilación. Pero, agregó una frase que creo da una explicación a lo que empezamos a charlar. ‘Eso sí, ojalá que este mal necesario, se dé cuenta que antes que su interés está el del jugador y del club que lo negocia’. No dije nada entonces. Me pareció una frase lógica”.
“Pero, al ver la realidad ahora se nos parece como demasiado inocente y fuera de una realidad que hoy conocemos”.
“Y de aquella época del descenso de triunfos y gloria, a este esperanzador que vivimos en África, no notas que faltó alguien que fue todopoderoso”.
“Alguien que estaba atrás de una serie de serviles seguidores entre jugadores, dirigentes y periodistas. Que hacía que se vetara la citación de jugadores que no estuvieran en su lista; se impidiera la entrada de periodistas que no estuvieran en su nómina; dirigentes que políticamente comerciaban sus puestos, viajes y viáticos. Y hablando de viáticos, se seguía peleando aún en el avión los correspondientes a los jugadores”.
“Al faltar ese alguien, los jugadores de hoy no discuten sueldos y donan parte de sus premios a instituciones benéficas; unidos y, francamente, generosos”.
“Todos unidos, francamente generosos. Tabárez, Lugano, Forlán, Abreu, etcétera tuvieron mucho que ver. Pero, me parece decisiva no sólo su presencia sino la ausencia de quien fue fatal para nuestro deporte. Pensá en el año que apareció con su mafia deportivo-financiera, y calculá cuantos triunfos obtuvimos en ese período. Ahí creo que está la respuesta. Pensalo. Y con esto cerramos esta seguidilla de fútbol”.
El planteo formulado en el final de la nota resulta, cuando menos, preocupante. Los hechos marcan que hubo un período muy extenso de dolorosos fracasos por lo que sería muy necesario que las actuales y futuras autoridades de la Asociación Uruguaya de Fútbol, así como todas las partes involucradas directamente con el tema, hagan un profundo estudio de los hechos acaecidos fundamentalmente para conocer los errores cometidos y tratar de evitarlos en el futuro. Será una forma de ayudar a que dentro de muy poco podamos disfrutar otra alegría como la que aún seguimos sintiendo.
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