Locales | 23 Jul Un verdadero monumento arquitectónico y testimonial se levanta a unos metros del mojón 92 de la ruta 26. El lugar es conocido por La Posta del Gualeguay, pero el pasado rescata épocas donde la firma Héctor A. González generaba un impresionante movimiento a través del comercio. Zanja Honda y Gualeguay son los arroyos de referencia y sirven a su vez como puntos de ubicación Mientras que distintos relatos intentan reconstruir parte de una historia en la que cobró vida el paraje Sacachispas y la vieja casona de la escuela 18.
La historia de casa González se remonta a mediados de la década de 1940. Héctor A. González Sociedad Encomandita, era la firma que operaba en la zona. Una construcción erguida en piedra con paredes dobles y con cámara de aire al medio. El techo de tejas importadas desde Francia, típicas de Normandía, daban un aspecto especial a la edificación. Se trataba de un comercio que satisfacía la demanda de las estancias y lugareños en la más variada oferta, a través de la venta de productos y servicios. En ella también se pagaban los jornales de los establecimientos de los alrededores.
Eran tiempos en los que la palabra valía mucho más que la firma de un contrato. Muestra fiel de esos valores, quedaba de manifiesto al momento que los establecimientos de los alrededores pagaban sus cuentas en el comercio al cierre de cada año y con lo producido en cada cosecha. El comercio suministraba todo lo necesario y a fin de año se ajustaban las cuentas. Lo hacían con lana y cuero, transformándose en una especie de trueque.
La casa disponía de un lugar para los viajeros, que pernotaban más de una noche. El servicio no tenía costo y contaba con camas prontas para el descanso y en buenas condiciones.
Mateo Brunet y Carrao era dos de las empresas que abastecían al comercio. En el local funcionó una agencia de correos, una central telefónica, una agencia de venta de combustibles, almacén, tienda, ferretería y venta de productos veterinarios. Carnicería, barraca de compra y venta de lanas y cueros y una farmacia completaban la amplia oferta.
La agencia de Ancap operó desde el año 1941. Grandes tanques de 200 y 400 litros de combustibles eran transportados desde la agencia Rivabén de la ciudad de Paysandú y posteriormente desde una abastecedora en un predio frente al actual autódromo Héctor R. Gargano. Cuando funcionó la agencia de correos, el almacén contaba con un cajón dividido en orden alfabético, en el que se ubicaba la correspondencia de todos los vecinos.
La firma fue suscriptora de Diario EL TELEGRAFO.
También funcionó un importante local de remates ganaderos, siendo don Silvestre De León quien estaba encargado de organizar los lotes.
Oscar Ciccardini y Sonia González (hija de Héctor González), es un matrimonio que vivió en el lugar desde 1966 hasta 1990 y mantienen frescos, imborrables recuerdos de un tiempo que ya no está. Esta gentil pareja nos permitió conocer parte de ese impresionante pasado, del que solo quedan gratos recuerdos. Sonia repasa con cierta nostalgia un tiempo cargado de un intenso movimiento en la zona y dijo que “en el poblado Sacachispas –del otro lado de la ruta– había un movimiento impresionante. Siempre se hacían grandes bailes y encuentros familiares. Mientras que al viejo establecimiento de la escuela 18 concurrían 80 niños”.
La primera empresa de ómnibus en pasar por la zona fue la de Orlando Coquet, por el año 1956, y posteriormente la empresa Copay hacía un trasbordo en Tambores. Oscar contó que “Copay contaba con servicios de tres frecuencias diarias, al mediodía, a la tarde y madrugada, conectando con Rivera. En cuanto a la producción, la zona era básicamente ganadera, pero la agricultura marcaba presencia con plantaciones de girasol y trigo”, agregó el entrevistado.
La Casa González de Gualeguay, también tuvo una red de sucursales con presencia en Paso de los Carros, Sauce de Buricayupí y Cerro Chato, en el Camino del Norte como se le llamó antiguamente al viejo trazado de la ruta 26. Los troperos, andantes, acarreadores, peones, aparceros y paisanos, fueron los protagonistas de un rico pasado que hoy solo cobra vida a través de relatos como éste, que intenta rescatar parte de nuestra historia, en la que Casa González escribió intensos capítulos.