Opinion | 28 Jul En su columna Empresas y Derecho de la edición de la víspera, el Dr. Rodrigo DeLeón hacía un paralelismo entre la tragicomedia “Esperando a Godot” y las frustraciones sanduceras por ver materializarse una zona franca en Paysandú, iniciativa que data de décadas pero que --tal como sucede con el personaje de la obra teatral-- nunca llega.
Pero mirando las cosas desde otra perspectiva, parece que finalmente Godot estaría llegando a las costas de Rocha, donde luego de dormir el sueño de los justos el proyecto de un puerto de aguas profundas resucitó con posibilidades ciertas de verse materializado. Años atrás EL TELEGRAFO fue un gran impulsor de esta iniciativa, aunque con algunos matices que hoy queremos volver a mencionar como un aporte que quizás sirva para mejorar las opciones.
Ciertamente no son pocas las voces en contra de este proyecto, que con compartible incredulidad desconfían de los efectos negativos que podría acarrear un puerto de esta naturaleza para el turismo de playas de la costa Atlántica. El mayor problema estriba en el lugar elegido, La Paloma, que es para Rocha lo que Punta del Este es para Maldonado. Seguramente a ningún político que aprecie su carrera se le ocurriría plantear la posibilidad de instalar un puerto de aguas profundas en las proximidades de la península turística por excelencia de los uruguayos. Por lo tanto, es entendible que los rochenses pongan el grito en el cielo cuando se pretende hacerlo en su máximo balneario. Máxime cuando conocieron los efectos de un proyecto de la dictadura militar que prometía el mayor desarrollo para el departamento con un mínimo de impacto ambiental: el tristemente célebre Canal Andreoni, que al drenar los bañados próximos a La Coronilla terminó destruyendo casi irreversiblemente las hermosísimas playas próximas a este poblado.
Pero justamente por este motivo es que quizás ése sea el mejor lugar para desarrollar el puerto en cuestión. Por la profundidad de sus aguas, la aún escasa presencia de turistas y el hecho que difícilmente pueda captarlos, debido a los efectos del Canal Andreoni pero además porque está relativamente lejos para esos fines. Hacerlo en La Paloma solo porque allí ya hay un puerto –pesquero-- podría significar un mínimo ahorro que a la postre salga muy caro. Sería concentrar fuerte tráfico de cargas en el entorno de La Aguada, Costa Azul y La Paloma, pueblos de altísima población de turistas que buscan la mayor tranquilidad en contacto con la naturaleza, y no cuenta con accesos adecuados. Y paradójicamente, sería extender un proyecto frustrado del gobierno de facto, cuando el partido de gobierno estaba dispuesto hasta a sacar a Artigas de su mausoleo porque había sido construido durante la dictadura.