Paysandú, Lunes 02 de Agosto de 2010
Deportes | 31 Jul Hay fallas en todos lados. Desde la oficina local del Ministerio de Turismo y Deporte, pasando por los órganos de la Liga de Fútbol, delegados, jugadores, clubes y hasta los propios dirigentes.
El tema da para largo. Primero, no es posible que muchas de las fichas médicas expedidas en la Plaza de Deportes no cuenten con sello de contrafirma de los habilitados para otorgar el certificado, y que en algunos casos tampoco tengan firma o rúbrica de la misma persona tenga varias versiones.
No es posible que se pueda tomar como excusa por parte de la Liga el indicar que recién el 22 de julio se tomó contacto con la resolución que establece dónde debe sacar la ficha médica un deportista para estar habilitado, cuando la resolución ministerial data de 1981. Es poco creíble señalar que los delegados clubistas, que están en permanente contacto con las fichas médicas de sus futbolistas, no estén al tanto de la legalidad de las mismas. Y es incomprensible que un deportista llegue al extremo de falsificar un documento que, más allá de ser exigido para poder competir, es vital para conocer su estado de salud. Tampoco entra en la cabeza que los árbitros, encargados de controlar las fichas médicas antes de cada partido, no se hayan dado cuenta de –por ejemplo— las dos fichas médicas totalmente falsificadas que se descubrieron el jueves, y que seguramente estuvieron ya en circulación.
Así como tampoco es entendible que el Tribunal de Penas, más allá de haber indicado que sobre los cuatro casos surgidos hace algunas semanas se expedirá luego de la resolución de la Justicia Penal, haya postergado la decisión sobre el caso del jugador que jugó inhabilitado con una ficha médica expedida en San Javier, por la sencilla razón de que existe una resolución que data de 1981, a la que hay que respetar. Y no es válido decir que no se la conocía. Es como si alguien violara 50 artículos de la Constitución Nacional y se defienda afirmando que no tiene el impreso de la misma en su casa, cuando la primera se juró en 1830.
Está claro que hay culpas compartidas y en diferentes ámbitos. Desde la Plaza de Deportes, apenas conocido el tema y estando al tanto de lo que se dice en el ambiente deportivo sobre la falsificación de fichas médicas, se debió tomar la rápida determinación de recorrer escenarios deportivos de diferentes disciplinas para corroborar la validez de los certificados --dado que no solo el fútbol está en la mira--, iniciando rápidamente una inspección exhaustiva.
Y desde la Liga, en este caso, se debió frenar toda actividad hasta tanto se bañara de luz una situación que, más allá de que se la quiera minimizar, es gravísima.
No es como dijo alguien en la Liga durante la reunión del jueves, “no vamos a frenar la actividad porque así los periodistas se entretienen los fines de semana, y si no hay fútbol van a escarbar más todavía”, reconociendo entre líneas que la cosa no está bien. Es sencillamente entender de qué se trata la ficha médica, y de que existe reglamentación muy por encima de los reglamentos de una Liga en la que muy pocas veces se respetan, quizá porque alguno pueda creerse el ombligo del mundo.
Seguramente pocos se preguntaron qué pasaría si a algún jugador le sucede algo en la cancha, quizá por ser una situación demasiado extrema que, eso sí, se ha vivido trágicamente en el súper profesionalismo del fútbol mundial. Y tampoco se habrá pensado qué sucedería si en los controles surge que muchas fichas médicas están inhabilitadas desde el pasado año, lo que llevaría incluso a que se tenga que modificar en la Liga los campeonatos que se jugaron en la cancha. Quizá ahí sí, alguno podrá sentar cabeza sobre la gravedad de la situación. STB
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