Paysandú, Viernes 06 de Agosto de 2010
Locales | 01 Ago (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos). “Es que cuando compras una heladera, la compras para toda la vida”, me dijo una amiga durante una reciente conversación telefónica. Su punto de vista es claramente bien uruguayo. Propio de una sociedad donde la compra de bienes es tanto un desafío como una conquista. Que requiere además de decisiones de cierta trascendencia, dado que no existen los fondos necesarios para “segundas oportunidades”.
Comprar no solo una heladera sino otros bienes como un auto, una moto o un televisor representan una adquisición importante y una inversión para varios años. También una forma de situarse frente a la vida y requiere de planificación, compromiso y cierta dosis de buena fortuna.
La sociedad uruguaya no puede aun calificarse como “consumista”, precisamente porque no adquiere bienes con la intención de “consumirlos” sino que cada compra representa una inversión y determina una propiedad que estará con nosotros muchos años y que en muchos casos pasará a nuestros descendientes, quienes continuarán usando el
auto, moto o televisor que hemos adquirido. Así se justifica lo expresado por mi amiga sanducera, en la medida que es coherente con una suerte de sentir nacional.
En Estados Unidos, frecuentemente, la situación es diferente. No es bueno generalizar en una nación con más de trescientos millones de habitantes, porque las diferencias geográficas producen también diferencias comunitarias, sociales y culturales. Por otro lado, hay estructuras como las religiosas que también agregan diferencias.
Tampoco hay dudas que aquí hay profundos “bolsones” de pobreza, en algunos casos extrema, desde que no es lo mismo sobrevivir en un país geográficamente llano y sin grandes dificultades climáticas como Uruguay, que hacerlo en Estados Unidos donde no solo la geografía sino especialmente el clima provocan situaciones extremas tanto en invierno como en verano, tanto en temporada de tornados como de huracanes.
Pero también es cierto que hay un grupo de la sociedad que vive confortablemente y mejor aun. Que no solamente puede sino que está ansiosa de adquirir lo nuevo y novedoso por encima del precio e incluso la calidad. Es esta la parte de la sociedad más visible, razón por la cual fácilmente se puede concluir que esta es una sociedad consumista. En verdad, tiene varios elementos que la identifican como tal. La adquisición de bienes no siempre pasa por la necesidad sino por la oportunidad, el interés o la sensación de tener “lo último”. Esto hace que aunque se tenga un buen televisor, se adquiera otro por ser “de última tecnología”. Y el viejo termina en la calle, concretamente en la vereda, a la espera de que quien quiera se lo lleve gratuitamente o que el bien termine en la zona de reciclaje de la ciudad.
En Uruguay, si bien ese mercado obviamente existe, no representa la mayor parte del mismo y por el contrario, el resto del mercado se mueve por la necesidad de un insumo o bien.
Aquí, aunque con la crisis en menos medida, es normal ver todo tipo de bienes en la calle, listo para ser tomado por cualquier persona que lo quiera, sean muebles, televisores, computadoras, bicicletas y demás. Y hay una porción de la población que precisamente levanta esos bienes porque simplemente no puede adquirirlos. De hecho frecuentemente he detenido la marcha de mi auto para examinar un objeto, durante mi ruta de periódicos, y también varias veces he levantado alguno que me interesaba. Es una forma de ser y convivir de esta sociedad que no deja de sorprender pero a la cual es imposible acercarse desde la generalización, porque en verdad la diversidad es lo único general. El calor domina, aunque ya las tiendas comienzan a ofrecer los primeros abrigos, pues pronto el fresco comenzará a sentirse en los atardeceres y más tarde. Pero aun es tiempo de vacaciones, de disfrute, de romance en y con el Sol. Por ejemplo, Alejandro Gauthier y Carolina Baillo, junto al hijo de ambos, Sebastián, disfrutaron de vacaciones en Virginia Beach, en el estado de Virginia. Gonzalo Gauthier y su familia, en tanto, disfrutan del lago de Budd Lake.
Ya de regreso de sus vacaciones, Alejandro invitó a una de sus pantagruélicas comidas, una buena oportunidad para ver a Horacio y Gonzalo Gauthier, al tiempo que disfrutar de buenos momentos, con tiempo para discutir con Diana, vecina de Alejandro, sobre el desempeño de la Celeste en Sudáfrica, mientras ella y Alejandro remontaban una cometa, y los hijos de Gonzalo y su esposa Carol disfrutaban de una piscina infantil plástica.
Calor, pero de otro tipo, hay en Arizona, donde la controversial ley SB1070 perdió parte de su peligrosidad en la Corte, al impedirse que partes clave de la misma entren en vigor. Pero de todas maneras es ya ley, se aplica y complica a los inmigrantes indocumentados en el fronterizo Estado. Al mismo tiempo, otros veinte Estados discuten o estudian medidas similares, mientras en la población gringa claramente crece el sentimiento “anti ilegales”.
En tanto, la cuenta regresiva continúa sin pausas ni prisas. La historia, poco a poco, comienza a encontrar un nuevo perfil, va tomando un nuevo enfoque. Aquí y allá. Veinticinco días y contando. Aunque esa, esa es otra historia.
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