Paysandú, Jueves 12 de Agosto de 2010
Locales | 06 Ago Desde chico soñaba con ser comunicador y, aun sin conocerla, admiraba a la gente que trabajaba en radio. En su casa de Parada Queguay escuchaban radios AM de Paysandú, así que sus juegos infantiles se circunscribieron a ser locutor. A medida que fue creciendo, se instaló en él la idea de que aquellos sueños de niño podían transformarse en realidad y hoy siente la satisfacción haber logrado sus metas. Darío Andrés Acosta (48) y su esposa Beatriz son padres de Andrés y Guillermo. Durante muchos años, Darío fue animador y presentador de la Semana de la Cerveza de Paysandú, pero también fue actor en una empresa publicitaria e incluso hoy le seduce el área creativa.
Según recuerda, se vino para la ciudad en 1970. Su padre era propietario de taxi, tenía un bar y un comercio de venta de combustibles en Lorenzo Geyres. “Era una especie de lugar de encuentro de la gente del pueblo”, recuerda.
Si bien se mudó a muy temprana edad, por su vínculo con unos tíos en su pueblo natal se mantuvo relacionado con parte de su pasado. El último verano visitó – junto a sus hijos y un hermano – la Escuela 48, a la que concurrió. “Me sentí muy emocionado. Fue como viajar a través del túnel del tiempo. Me acordé de cosas, parecía que me veía allí corriendo con otros niños. Tras recorrer algunos lugares, me causó cierta tristeza al ver la casa de unos tíos que se incendió y estaba totalmente destruida”, continúa. Hablar de aquellos años, es volver a un tiempo de escasa disponibilidad de servicios. “No había energía eléctrica. Llegaba la tardecita y al quedar todo oscuro tenías que quedarte dentro de tu casa. Una de las salidas por las noches era esperar el tren nocturno en la estación de ferrocarril. Era un verdadero acontecimiento social y una de las diversiones preferidas era poner monedas en los rieles para que al pasar el tren las aplanara”.
Los tiempos cambian
Aunque no se fanatiza al referir al paso del tiempo, considera que los niños de hoy día parecen haber perdido la inocencia.
“Como se trataba de fantasías de juegos de niño, no medía cuan lejos iba a poder llegar con este tema del ser locutor, pero con el tiempo se fue transformando en algo netamente vocacional”, añade.
Jugaba a ser locutor y a pasar música en un viejo tocadiscos que había en su casa paterna. Una vez, dentro del galpón donde su padre guardaba las herramientas, encontró una lamparita de forma alargada con la que inventó un micrófono. “Así fue como empecé hacer transmisiones internacionales”, comenta entre carcajadas que restan veracidad al relato. “En mi casa lo tomaban como un juego y nunca pensaban que realmente esa era mi vocación”.
Así fue que, cuando aún estudiaba en el Liceo Departamental, confesó a sus padres su verdadero interés por la radio. “Me atrapaba de tal manera la radio que un día dije: ‘yo me voy hasta la 39’. Empecé a ir solo a mirar y hablé con el director de la radio, don Eduardo Estefanell, de quien tengo un grato recuerdo. Fue alguien a quien aprecié muchísimo y de quien aprendí. Tal vez cuando sos gurí no te das cuenta, pero seguramente con el paso del tiempo valoras las enseñanzas. En mi casa se enteraron recién el día antes que iba a salir al aire por primera vez. Les dije a mis padres algo así como que después del liceo iba a la radio, pero lo seguían tomando como una fantasía de muchacho. Si me hubiera dejado llevar por eso de que era una fantasía, probablemente hoyestaría haciendo otra cosa”, recuerda Darío, quien agradece las enseñanzas de Eduardo Estefanell.
Esa primera experiencia en radio fue en 1978 e incluía trabajar en cabina de controles y locución durante la noche, cuando además pasaba música. Más tarde, llegó la oportunidad de animar un espectáculo. “Un cierto día el director de la radio me pidió si me animaba a presentar un espectáculo de zarzuela en el teatro Florencio Sánchez. Se iba a transmitir vía satélite”, bromea nuevamente Darío. “Era leer y presentar cada uno de los actos. Recuerdo que me temblaban las piernas y la voz”.
Después se presentó a un llamado para presentador de la Semana de la Cerveza. “Yo no estaba en Paysandú y al regreso Néstor Vanzini me grita --de una vereda a la otra-- si me había enterado del llamado. Recuerdo que me anotaron al final de la lista y eso me hizo acordar a la película ‘La Fiesta Inolvidable’ (donde anotan al protagonista al final, para no invitarlo). A mí en cierta forma me estaba pasando lo mismo”, relata, quien continúa desempeñándose como maestro de ceremonias en la fiesta sanducera por excelencia. De los artistas que más le sedujeron durante los espectáculos de la Semana de la Cerveza, rescata a Sergio Denis y al “Puma Rodríguez”. “Viví una gran expectativa con Chayanne y el entorno resultó más importante que el propio artista. Después lo que más me decepcionó fue el grupo ‘The Sacados’, que era un boom, pero no me gustó”, concluye el comunicador.
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