Paysandú, Miércoles 18 de Agosto de 2010
Opinion | 16 Ago Desembarcó en Uruguay en 2002 y afecta sobre todo a hombres jóvenes sin empleo y que están fuera del sistema educativo. La pasta base es, con matices en su elaboración, una “cocaína fumable” de baja calidad, extraída de las hojas de coca a través de un proceso de maceración y mezcla con solventes tales como parafina, bencina, éter, ácido sulfúrico, entre otros. Contener el alcaloide, más los solventes, que son sustancias tóxicas, la hace mucho más peligrosa para el organismo. Según la Fundación Manantiales, se trata de una sustancia muy adictiva porque la sensación inicial de excitación y bienestar dura muy poco y es seguida rápidamente por una angustia que empuja a seguir consumiéndola. La dependencia se manifiesta en un deseo irresistible de consumir la droga.
El secretario de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani, dijo que la pasta base anida e impacta especialmente en sectores de menos recursos de la sociedad. Sin embargo, el consumo de esta droga no es exclusividad de las clases marginales. De acuerdo a una investigación difundida por la organización de tratamiento de adicciones, el crecimiento del consumo de pasta base en jóvenes de clase media creció un 800% desde 2002. Estos resultados echan por tierra el prejuicio social de que la pasta base es una droga consumida por los marginales.
Aunque este problema azota cada vez más a la sociedad uruguaya, la apertura de centros de rehabilitación para atender a los niños y jóvenes adictos en el Interior, que está en la agenda del gobierno, no se ha concretado. Pero más allá de que se logre el número de centros para la correcta rehabilitación, se necesita prevenir.
El psicólogo Ruben Valder, de la Fundación Manantiales, atribuyó las causas del crecimiento exponencial del consumo de pasta base en la clase media a la paulatina ausencia de referentes paternos entre los adolescentes y las influencias negativas de los grupos de pares y de la publicidad. Los niños y jóvenes necesitan apoyo emocional y psicológico, para que, enfrentados a problemas familiares y sociales, tengan a quien recurrir por ayuda en vez de buscar “una muleta” en las drogas.
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