Locales | 13 Ago En 2007 alumnos de la Escuela 34 de Puntas de Buricayupí obtuvieron una distinción al presentar en el certamen de Clubes de Ciencia un estudio sobre la calidad del agua del arroyo que le da el nombre a la localidad, que denunciaba casos de mortandad de peces y la preocupación por la contaminación del cauce.
Pasaron casi tres años y, según los maestros, existen escasos avances en el tema. El pasado 10 de agosto, una reunión llevada a cabo en el establecimiento escolar permitió conocer la situación actual. Por lo pronto, el único pozo que cuenta con buen nivel de potabilización es el de la escuela y, de 10 muestras tomadas en casas de familia, 8 dieron diferentes niveles de contaminación.
Niños con frecuentes malestares estomacales, reiterados dolores de cabeza y trastornos gastrointestinales despiertan preocupación, aunque los docentes de la escuela no tienen los medios para confirmar que tales síntomas sean producto de la ingesta de agua. Si bien cada 15 días un médico visita el establecimiento escolar, los padres no envían a sus hijos a control. “Acá están tan acostumbrados a esa situación, que cuando les duele el estómago no los traen al médico y cuando tienen colitis, los padres esperan a que se les pase”, comentó la directora Elsa Giordano.
En cuanto a los avances, la docente dijo que “la situación actual está exactamente igual que en 2007. En la zona se siguen utilizando agrotóxicos, por épocas siguen apareciendo peces muertos y la gente continúa tomando el agua del arroyo Buricayupí”.
Los niños y la maestra recorrieron las casas de familia y recogieron muestras, fundamentalmente desde los recipientes de donde la gente toma agua. Se extrajeron 10 muestras, las que se analizaron en un laboratorio privado en Paysandú. Los análisis arrojaron que de esas 10 solo 2 son potables. Una correspondió al pozo de la escuela y otra a un pozo particular, de Ramón Santos. La maestra, a su vez, dijo que “las muestras restantes están todas contaminadas, con importante número de coliformes fecales que llegan hasta 4 mil por mililitro. Incluso en algunos casos el agua que los vecinos almacenan en los bidones está más contaminada que la que se extrae desde el propio arroyo. Eso se debe a que muchas veces recogen el agua desde sus pozos o no la cambian todos los días”.
“Mientras, el calor de la casa provoca que los coliformes se multipliquen mucho más rápido”, agregó. Si bien la contaminación del arroyo Buricayupí llegó a ser tratada en el Parlamento y el gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez tomó contacto con la situación, no ha habido señales de mejoría.
“Hasta el momento, lo único que se ha logrado es que el pozo de la escuela cuente con agua potable gracias a la intervención de OSE. Cuenta con un dosificador de cloro que mata las bacterias, pero en cuanto a los residuos químicos no tenemos idea que es lo que está pasando”, agregó. El pozo tiene una profundidad de apenas 10 metros y, según la docente, “las autoridades departamentales de OSE informaron que se abastece con agua del arroyo. O sea que la única diferencia es que hay un dosificador de cloro y que OSE cada 20 días efectúa análisis de la calidad de agua y limpia los tanques de depósito”.
Si bien la maestra anterior mantuvo una serie de reuniones con representantes de la empresa que opera en la zona, la actual docente afirma que desde hace dos años no ha existido ningún acercamiento. “Nosotros instamos a que los vecinos vengan a sacar agua del pozo de la escuela. Pero el tema es cultural, porque ellos argumentan que desde siempre tomaron agua del arroyo y que nadie se enfermó. Pero no entienden que la situación ha cambiado. Hace tiempo no existían ciertos agroquímicos y no había contaminación. Por eso es muy difícil cambiar la forma de pensar de la gente, pero en eso estamos trabajando”, dijo.
“Llegamos a contar con la visita periódica de una psicóloga, pero por falta de locomoción no pudo venir más. Era un fuerte apoyo que nos permitía trabajar en que la gente tomara conciencia para mejorar sus hábitos en el consumo de agua. No es fácil porque la gente se resiste”, finalizó la educadora.