Paysandú, Viernes 20 de Agosto de 2010
Locales | 20 Ago Un pormenorizado trabajo de investigación sobre la contaminación de ríos y arroyos en nuestro país, derivó en una publicación que desnuda una preocupante situación. María Isabel Cárcamo, coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas para América Latina (Rapal), presentó en la escuela 34 de Puntas de Buricayupí el libro “Agrotóxicos hunden pesca artesanal de agua dulce”. Se trata de un trabajo de investigación referido a la contaminación generada por la utilización de agroquímicos en la cuenca del arroyo Buricayupí.
En diálogo con EL TELEGRAFO, Cárcamo efectuó un extenso análisis de la situación en esta zona del departamento, así como del modelo de producción imperante y las responsabilidades de los gobiernos y las empresas en el deterioro de los recursos. Explicó que Rapal es una organización que opera en distintos países latinoamericanos y en otras partes del mundo, en tanto trabaja en tres áreas: productos agrotóxicos, cultivos transgénicos y apoyo a la agricultura orgánica.
Luego que los alumnos de la escuela 34 de Puntas de Buricayupí fueran distinguidos en el certamen “Clubes de Ciencia”, con un estudio sobre la calidad del agua del arroyo que da nombre al pueblo, la comunidad local comenzó a movilizarse, realizando charlas y encuentros con expertos, como el encabezado por la referente de Rapal.
Sobre el caso arroyo Buricayupí, Cárcamo dijo que a pesar del trabajo ya realizado, es preciso “decir que a pesar de todo eso, hay que seguir avanzando. Resultaría una sensación bastante negativa, al decir que ya llegó al punto máximo. Qué más podemos hacer para que realmente se tomen medidas y que todo esto tenga un cambio. El cambio es complicado porque la contaminación que aparece en Puntas de Buricayupí, es denunciada a través de la investigación que efectúan los maestros junto con los niños de la escuela, que consistió en hacer análisis de peces que murieron intoxicados por una sustancia utilizada en la soja transgénica. Es como un hecho insólito, porque la escuela es distinguida por el trabajo realizado, llega con el estudio hasta el Parlamento, alcanza Presidencia de la República, las maestras continúan denunciando que la contaminación sigue, pero ¿qué es lo que se hace después? ¿Cuáles son las medidas que deben tomarse? Y lo que realmente debería ocurrir es que no continuara este modelo de producción, porque esto no solamente ocurre acá en Buricayupí. Hablamos de una problemática que afecta a varios puntos del país y que a su vez es global. Porque así como tenemos que en el arroyo Buricayupí se pudo detectar que la contaminación del agua fue producto del uso de agroquímicos no permitidos en la soja transgénica, también tenemos el caso en el departamento de Treinta y Tres, en la zona donde se produce arroz, donde también el agua está contaminada. Si se pudieran hacer análisis del agua en distintas partes del país, en condiciones similares de cultivo, estoy segura que vas a encontrar importantes niveles de contaminación en el agua. El problema es mucho más grave de lo que imaginamos, porque no basta con perforar un pozo a mayor profundidad. Esto está ocurriendo y es reconocido. Sin ir más lejos, en febrero de 2009, se tomaron muestras del arroyo Santa Lucía – en el departamento de Canelones – desde un lugar donde Montevideo se abastece de agua para consumo humano, donde también se encontraron niveles altísimos de un herbicida. En tal sentido OSE comenzó a utilizar carbono para que el agua fuera un poco más potable. Son soluciones que se dan, pero no son de raíz para definitivamente poder cortar el problema”, explicó. Consultada sobre si el tema de la contaminación es una causa perdida, dijo que no debería serlo.
“No podemos resignarnos a que el agua está contaminada y punto. Por eso lo primero que tenemos que hacer es informarnos de qué es lo que está pasando. Porque con el simple hecho de saber qué es lo que está pasando las comunidades pueden hacer presión. Por ejemplo, en Buricayupí la comunidad se está movilizando y tiene que seguir para que realmente se tome una medida. Ya este año no se sembró en campos cercanos a la escuela. Es algo, y tal vez este año no aparezcan peces muertos”.
En cuanto a la incidencia que tienen los gobiernos sobre este tema, Cárcamo agregó que “creo que hay una presión enorme de las empresas que operan con estas producciones sobre los gobiernos, eso es real y nosotros lo hemos podido comprobar. Hay una presión muy importante. Nosotros hemos descubierto datos en los que las empresas se niegan a dar información, que en esos casos se trata de información pública, pero la niegan. El gobierno no ha tenido la fuerza para insistir y decir que esa información se tiene que dar. Por el otro lado el gobierno tampoco se ha detenido a pensar hasta cuándo se puede continuar con este tipo de modelo de producción. Pues, se habla de un país productivo, pero un país productivo para quién, a qué costo y quiénes realmente se están beneficiando de ese país productivo. Habría que hacer los números y decir: se está produciendo tanta soja, pero ¿cuáles son los resultados? ¿Qué está dejando esa producción? Nos está dejando suelos que están totalmente destruidos. Por ese motivo hay que sacar todos los números. Qué nos está dejando esta modalidad de producción. Qué es lo que estamos perdiendo y qué es lo que estamos ganando. El deterioro se produce en pocos años. Es decir que en poco tiempo se puede generar un problema irreversible. Hablamos de consumo de agua en su más amplia expresión. Para beber, para cultivar, para los animales. Los países del sur están pagando un costo muy caro ante este nuevo modelo de cultivos. Por alguna razón vienen a Uruguay a instalarse. No se quedan en sus países de origen porque las regulaciones son más estrictas, las tierras que disponen son mucho menos y el agua que tienen, saben que la tienen que cuidar. Entonces, por alguna razón se vienen para acá”, reflexionó.
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