Paysandú, Domingo 22 de Agosto de 2010

Del “presentismo” a la productividad

Opinion | 19 Ago En las últimas horas el Pit Cnt se reunió con el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Eduardo Brenta, para solicitarle que los paros que se están desarrollando en estas horas, en reclamo de que los trabajadores estatales sean contemplados especialmente en el Presupuesto Quinquenal, no afecten el “presentismo” que se les paga a los trabajadores de este sector y para discutir la enmienda a la ley de acortamientos de plazos en demandas laborales.
Precisamente la reunión tuvo lugar en medio de paralizaciones sindicales, teniendo en cuenta que este jueves tiene lugar el segundo paro general parcial durante el actual gobierno, simultáneamente al segundo día de paro de los médicos en el conflicto con ASSE y las mutualistas.
Por su lado, la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE) convocó a un paro sectorial de 24 horas para el jueves 26, en el marco de la escalada de medidas de fuerza que esta semana comprende sobre todo a la enseñanza y la salud.
En cuanto al “presentismo”, Brenta dijo que analizó la situación desde el punto de vista jurídico y cuenta con el fallo de la Sala de Abogados del Ministerio, pero aclaró que el tema deberá ser analizado caso a caso y cuando no existan convenios laborales, el “presentismo” ante medidas de paro de carácter particular o general, deberá ser descontado en forma proporcional a las medidas adoptadas.
Esta discusión nos trae a la memoria el concepto vertido por el presidente José Mujica respecto a que es “un boleto” hacerle paros “al patrón Estado”, por cuanto en nuestro país existe una central sindical única con dirigentes que pretenden hacer creer que todos los asalariados forman una misma “clase”, cuando en realidad tenemos en el Uruguay trabajadores clase “A” y “B”, tratándose estos últimos de los que desempeñan actividades en el sector privado.
No es un secreto para nadie que los primeros como regla general –pues existen grupos sumergidos-- gozan de beneficios y prerrogativas como la inamovilidad, exigencias de trabajo “light”, salarios desproporcionados, un patrón invisible y con responsabilidades diluidas en la pirámide de jerarquías que se transmite de arriba hacia abajo y viceversa, un régimen de feriados especial y hasta pagos específicos por “presentismo”, es decir por cumplir con la premisa número uno del trabajador, que es la de concurrir diariamente a su trabajo y ser objeto del correspondiente descuento si no lo hace, salvo que medien razones de salud u otras situaciones de fuerza mayor.
Estas condiciones están ausentes en la actividad privada, donde las empresas son emprendimientos de riesgo, y por lo tanto su suerte depende tanto de la visión empresarial como de la compenetración al trabajo del dependiente, cuya seguridad laboral está atada a la subsistencia de la empresa, lo que precisamente no ocurre en el Estado, donde grandes crisis como la de 2002 no se han pagado con desocupación y pérdida de calidad de la fuente laboral, como en el área privada.
Sin embargo, las plataformas de reivindicaciones y las medidas de fuerza “preventivas” a través de paros han sido asumidas como algo de lo más natural en el Pit Cnt, que gradualmente ha sido absorbido por los gremios de funcionarios públicos, que llevan la voz cantante y son a la vez los más combativos a la hora de exigir, desde que tienen a su favor el tener como “patrón” al Estado, que una y otra vez ha demostrado ser un pésimo administrador de los recursos de todos los uruguayos.
El punto es que desde hace muchos años los gremios de funcionarios estatales han arrastrado a los privados, mentando la solidaridad, pero cuidándose muy bien de hacer ver que los beneficios adicionales que obtienen es a costa del aporte sacrificado de los propios compañeros de “clase” --los trabajadores privados--, las empresas y la sociedad en general, que debe sacar más de su bolsillo para mejorar la situación de los asalariados públicos, sin que éstos a la vez pongan su cuota parte en mejorar la atención al público, la productividad –que es mala palabra en el Estado—y encima están reclamando el pago de jornadas de cuarenta horas semanales pero trabajando solo treinta.
Empero, hasta dentro del propio Pit Cnt se considera ahora que “se ha tirado demasiado de la piola” y los sindicatos privados se están resistiendo a seguir perdiendo jornales y desvirtuando el instrumento del paro para acompañar a quienes muchas veces ni se les descuentan los días no trabajados por esa causa, o que marcan tarjetas pero no cumplen tareas, por lo que en esta oportunidad apenas se han obtenido solidaridades a regañadientes.
No es para menos, solo para empezar a poner las cosas en su lugar, y tender a buscar el equilibrio en un país donde son siempre los mismos quienes pagan el pato de la boda.


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