Paysandú, Jueves 26 de Agosto de 2010

Una lección no siempre bien aprendida

Opinion | 23 Ago La presencia hace pocos días en nuestro país del contador Enrique Iglesias, secretario general iberoamericano y ex presidente del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) dio lugar a que el experto formulara un análisis de la realidad mundial y de nuestro subcontinente, tanto en lo que refiere al escenario actual como a comparaciones con políticas que en otras décadas se han aplicado en la región, con un saldo favorable para la evolución que se ha registrado en América Latina.
Iglesias fue entrevistado al respecto en el programa “En Perspectiva”, de radio El Espectador, instancia en la que al evaluar el momento de bonanza que vive Latinoamérica insistió en la importancia de lograr una mayor integración “para hacer de eso un punto de apoyo, como lo hacen los chinos y como lo está haciendo todo el mundo”.
A la vez, acerca de la evolución de la crisis económico-financiera internacional, manifestó que la hipótesis más probable indica que los países centrales ingresarán en un escenario de vaivenes dentro de un nivel muy acotado, al punto de señalar que “el crecimiento en el norte va a ser bajo por un largo tiempo. Y eso va a estar acompañado por un fenómeno de impacto social grave, que es el desempleo”.
Iglesias entiende que América Latina, pero sobre todo el Cono Sur latinoamericano, está viviendo un quinquenio muy favorable que debería aprovechar no solo para mejorar su presente, sino sobre todo para establecer blindajes que la pongan más o menos a cubierto de avatares que lo han afectado dramáticamente en otras circunstancias, lo que podría resumirse en adoptar políticas contracíclicas que reduzcan vulnerabilidades, en una receta a la que no escapa ningún país de la región.
También manifestó que durante una exposición que formuló en julio en Santander, España, dijo que América Latina está viviendo un quinquenio “mágico y virtuoso”, y consideró que “para los europeos es algo chocante en la medida en que están muy afectados por la crisis. Y muy acostumbrados a vernos siempre mal, ese es otro problema. Todavía no están convencidos de que nos podemos portar bien, hacer las cosas bien. Lo ven con sorpresa, levantan las cejas cuando ven las cifras”.
Esta reversión de un panorama que ha sido tradicionalmente una constante, sobre todo a partir de la post guerra, tiene por supuesto el componente de relatividad de grandes diferencias entre las economías europeas y las sudamericanas, así como también en el desarrollo y en la calidad de vida de los pueblos. Pero da la pauta de que hay nuevos elementos en juego y asimismo reglas básicas que deben tenerse presente en cualquier nación, por más poderosa que sea, y un ejemplo claro lo tenemos en países como Estados Unidos, así como varias naciones europeas, donde las “burbujas” intentaron mantenerse a través de una especie de “calesita” a la que hubo que poner fin, sobre todo a partir de déficit fiscales imposibles de sostener por más tiempo.
Según Iglesias, en Sudamérica “después de muchos golpes hemos aprendido a manejar mejor la economía, a manejar bien las políticas cambiarias, monetarias, fiscales. Eso nos dio una apoyatura en la realidad económica que aquí es fundamental. Un segundo elemento que nos apoyó mucho es que la banca se portó bien, no incurrió en los excesos de las bancas del norte, se financió con recursos domésticos, no anduvo pidiendo plata por ahí para financiarse con recursos de fuera y cometer los errores que cometieron los americanos y los europeos”.
“Allá en el norte se les ocurrió inventar todo tipo de ingenierías, y ganaban muchísima plata pero también incurrían en muchísimos riesgos, que les trajeron un cataclismo. A esas cosas se sumó la coyuntura asiática, que impulsó los precios como no habíamos visto en mucho tiempo. Esas tres cosas juntas formaron un cóctel que nos dio una situación mucho más beneficiosa que en el pasado, en algunos países más, en otros menos, con algunos ingredientes adicionales en el cóctel. Hay países que con gran previsión ahorraron en el período de las vacas gordas, entonces cuando vino este lío estaban preparados. Es el caso de Chile, que hizo un fondo importante que usó para impulsar la economía cuando cayeron los ingresos”, reflexionó el economista.
Estos elementos, que hemos manejado en muchas oportunidades en esta columna de opinión, dan la pauta que aunque relativamente la región ha aprendido, a fuerza golpes, de los errores del pasado, todavía hay fuerte inclinación a ceder a la tentación de expandir el gasto cuando aumentan los ingresos. En el caso de nuestro país, encima, a incorporar compromisos rígidos por el Estado a través de dotaciones presupuestales del gobierno e incrementos tan exacerbados como injustificados de los salarios públicos –que aunque después venga una crisis que deje a todos los uruguayos en taparrabos no se verán afectados--, que pueden atenderse en épocas de bonanza, pero que son una condena inevitable a caer nuevamente en recesión cuando cambia la tendencia económica externa, como ocurre frecuentemente, algo que nos puede costar muy caro.


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