Paysandú, Martes 31 de Agosto de 2010
Locales | 27 Ago Con un emotivo relato, la actual maestra directora de la Escuela 64 de Pueblo Soto, Zully García, rescató parte de la rica historia de una institución educativa que acaba de cumplir 70 años.
“En los primeros días del mes de agosto, exactamente el viernes 9 del año 1940, abrió sus puertas al pueblo de Soto una escuela, la Nº 64”, recordó la docente durante el acto de celebración.
“Sí, la Nº 64, es decir que ya iban 64 escuelas públicas en el departamento de Paysandú. Y este lugar, este rincón del suelo oriental, estos pobladores, vieron la posibilidad de crecer como personas y otra etapa comenzó para todos ellos. Ahora podían, y debían ir a la escuela. Ya estaba lo mínimo necesario para comenzar con las clases de primaria en Pueblo Soto”, añadió y continuó de la siguiente forma: “El edificio escolar había sido construido por los propios vecinos, de terrón las paredes y paja el techo. El salón principal contaba con piso de Pórtland, mientras que la primera maestra designada para el cargo debía cubrir el trabajo con todos los niños inscriptos, que en ese primer año llegaron a completar una matrícula de 57, en edades que oscilaban entre 6 y 17 años. Niños que no habían concurrido antes a ninguna escuela. Niños que pisaban por primera vez un local escolar, que desde lejos vieron flamear nuestro Pabellón, y que al acercarse descubrieron el Escudo Nacional, justo arriba de la puerta principal”.
De acuerdo al relato de la maestra, se trataba de “niños que tuvieron la oportunidad de recibir, dar y compartir momentos educativos con una maestra. Seguramente el impacto debió ser importante. Esos momentos no se borraron de la memoria de los primeros alumnos. Como lo son Esther Lila González (con Matrícula Nº 11), y Dora de los Santos (con la Matrícula Nº 45). ¡Cómo olvidarse del primer día, de la primera escuela, de la primera maestra! Hoy en este día compartimos estas vivencias del pasado, por que es imperioso conocer ésta, nuestra historia, para comparar, para reflexionar, para marcar diferencias, para tener presente el esfuerzo de parte de los maestros, de los niños, de los padres y vecinos. Y en un plano más general, no cabe duda, hablar de la escuela rural despierta inmediatamente en nuestros compatriotas un sentimiento de respeto, de admiración, incluso en algunos casos de abierta solidaridad. Pero, la mayoría de los uruguayos tienen una visión idealizada, ignoran la vida real, concreta de nuestras escuelas rurales”.
“Y en un día como hoy –continuó la maestra-- que conmemoramos el septuagésimo aniversario de nuestra escuela, permítanme hacer hincapié en el esfuerzo extraordinario de nuestros primeros maestros rurales. Simbolizo ese homenaje en el rol de la primera maestra de esta escuela, María Rosa Baccino. Los convoco a que hagamos juntos un ejercicio imaginativo para verla a María Rosa en esas madrugadas frías, llegando a pie para hacerse cargo de su escuelita, de sus niños. En una realidad de nuestro país con muchas carencias, con dificultades enormes para los maestros rurales. Más allá de las mejoras alcanzadas, como lo es en el plano de la vivienda rural con la creación de los Mevir, en algo los caminos, los medios de comunicación, los medios de transporte, el edificio mismo de la escuela, coincidirán conmigo en que la mayor parte de esos problemas de fondo que vivió y enfrentó la maestra María Rosa y sus colegas en los comienzos, siguen existiendo y en muchos casos son más agudos hoy en día”.
Finalmente, pidió a los presentes “un acto de compromiso mutuo entre maestros, niños, padres, autoridades, comunidad toda, para defender la escuela rural, amenazada en su existencia por esa realidad económica y social que aún no ha sido modificada en su esencia”.
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