Policiales | 27 Ago “Subí por la escalera, metete ahí y dame la cámara”, fueron las órdenes policiales recibidas por el fotógrafo Milton Cabrera de EL TELEGRAFO que cubría los eventos en el Juzgado penal.
Minutos antes, la muchedumbre había empezado a tirar piedras contra el móvil policial que trasladaría al “Maikol”, su madre y su cómplice después del procesamiento. Literalmente en la línea de fuego, el fotógrafo estaba entre las piedras arrojadas por la gente y los disparos al aire de las escopetas aparentemente con balines de goma y las granadas de gas lacrimógeno de la policía. Sin embargo, las expresiones, las corridas, todo era registrado.
Uno de los policías lo empujó puertas adentro del Juzgado, en Rincón casi Zorrilla. “Subí por la escalera”, fue la primera orden que recibió de uno de los policías. “Esperá, soy prensa”, le advirtió mostrando su herramienta de trabajo. “Metete ahí y dame la cámara”, fue la respuesta de quien le retiró la máquina de sus manos, un policía de uniforme negro, casco y cara tapada, que lo dejó en un pequeño calabozo de rejas.
Después, poco después, otro agente le devolvió la cámara y le pidió disculpas, aunque le sugirió quedarse en ese lugar, el calabozo.
Al salir, prácticamente todo había terminado en la calle. Horas de espera y decenas de veces de apretar el obturador durante el día, para que en ese momento, uno de los periodísticamente más importantes, le impidieran trabajar.