Paysandú, Miércoles 01 de Septiembre de 2010
Opinion | 31 Ago En proceso ya por lo menos desde el anterior gobierno, cuando las acciones que se habían emprendido con buen impulso quedaron “trancadas” por desacuerdo entre sectores del Frente Amplio, la reactivación del ferrocarril es un objetivo común de actores públicos y privados, pero ello no asegura que el campo sea todo orégano, desde que se requieren inversiones de gran magnitud que deben ser amortizadas a largo plazo y por lo tanto objeto de acuerdo entre los interesados.
Lo que sí es seguro es que la mejora de este instrumento, sobre todo en lo que refiere a los trenes de carga, beneficiaría a varios sectores y al comercio exterior uruguayo, pero a la vez parte fundamental para la logística de producción con destino a la exportación, desde que junto con el transporte fluvial representan los fletes más económicos para las cargas de gran volumen y bajo valor relativo, como es el caso concreto de las maderas y los granos. El actual gobierno ha recogido el guante y ha incorporado este tema como una de las banderas en lo que respecta a las mejoras de infraestructura logística del país y el presidente José Mujica así lo hizo saber ni bien asumió. Incluso instó a los empresarios privados a sumarse a la iniciativa de recuperar el ferrocarril uruguayo en oportunidad de asistir a un almuerzo de trabajo con los exportadores en el Club de Golf.
Voceros del Poder Ejecutivo han expresado que es preciso hacer del tren una nueva realidad en el país porque entienden, al igual que el sector privado, que es fundamental para el desarrollo de sectores en expansión y que tienen sus centros productivos a considerable distancia de las bocas de salida. El ferrocarril sería un medio de transporte económico para las mercancías de poco valor en relación con su volumen y que sienten el impacto del costo del flete; complementario del transporte fluvial, que es el más barato para los recorridos de larga distancia pero que requiere una infraestructura de interconexión bien aceitada para que cumpla su objetivo.
Incluso la estatal Ancap es una de las empresas interesadas en asociarse con AFE para reactivar el ferrocarril, en tanto otras empresas privadas desearían acercarse a este emprendimiento. El interés de los empresarios se centra especialmente en mejorar la cadena logística para abaratar costos, pero hasta ahora no han visto atractivas las condiciones que se han manejado para apostar a la inversión en el ferrocarril.
En entrevista publicada recientemente por el suplemento “Comercio Exterior & Transporte” de El Observador, el empresario Jorge Fernández, referente del sector logístico-portuario, consideró que “hay que hacer una asociación público-privada, en la que los privados sean la mayoría y donde nos dediquemos, no (solo) a mejorar, sino a hacer las vías nuevas y a traer material rodante nuevo”.
Agregó que se debe “empezar explotando las dos o tres líneas que dan dinero”, que son “Rivera-Montevideo” y “un desvío hacia Fray Bentos”, a la vez de señalar que “en 2017 tendremos 20 millones de toneladas de madera” y “en exceso, 10 millones de toneladas de granos”, es decir una masa crítica que necesita vías de salida que permitan por un lado aliviar la presión en toneladas que están devastando las carreteras y caminos, sobre todo en las zonas forestales y fundamentalmente generar acceso en tiempo y forma a los puertos de ultramar.
Un ejemplo claro lo tenemos los sanduceros con los problemas de mantenimiento en rutas como la 90, la 24 y la 25, para lo que sería fundamental la reconstrucción a nuevo del tramo de vías entre Algorta y Fray Bentos, un proyecto previsto por el ente pero todavía sin plazo, de acuerdo a lo indicado a EL TELEGRAFO por el secretario general de AFE, Luis Rivero. Sin dudas que la inversión inicial necesaria sería muy grande, pero así como el kilómetro de hormigón es mucho más caro que el de carpeta asfáltica pero a la larga resulta más económico por su duración, las vías de ferrocarril terminan pagándose con creces en el largo plazo porque transportan más cargas con un mantenimiento mucho más económico.
Al respecto Rivero mencionó que el último contrato del ente por transporte de madera en el tramo mencionado tuvo muchas dificultades debido al pésimo estado de las vías, lo que originó descarrilamientos, por lo que prácticamente hay que reconstruir todo el recorrido, y a la vez es preciso construir una vía férrea entre Mercedes y Nueva Palmira, a efectos de complementar el recorrido hacia los destinos de la madera y la producción agrícola. Pero claro, si bien hay consenso en la necesidad de una asociación público- privada, está pendiente de dilucidación el cómo, desde que es impensable que la gestión siga a cargo del Estado, si tenemos en cuenta que como dice Fernández “las autoridades anteriores de AFE pretendían que viniera un inversor, que pusiera material rodante nuevo y que operara comercialmente, pero que la operación real estuviera en manos de AFE. Es decir, en manos de las mismas personas que la fundieron durante 60 años”.
Este es precisamente uno de los cuellos de botella del tema, y que indica que hay todavía mucho paño por cortar, cuando los plazos no esperan y los tiempos del Estado siguen muy lejos de los requerimientos de los inversores para la viabilidad de sus emprendimientos.
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