Opinion | 04 Sep La expectativa de la población respecto al desempeño de la nueva administración municipal se centra, entre otros temas, en los problemas del tránsito, el área de Vialidad urbana y rural, y en servicios esenciales como la recolección de residuos. Si bien el Ejecutivo departamental recién completa una primera etapa de evaluación, ya es posible advertir cuáles serán las grandes líneas de trabajo, donde además de atender las urgencias y darle continuidad a emprendimientos del gobierno anterior, también se apunta a reestructurar proyectos estratégicos, como la producción de biocombustibles. Además de ajustar la gestión municipal a las necesidades de la población, las nuevas autoridades también enfrentan el enorme desafío que representa promover los cambios culturales necesarios para que las políticas generales no estén destinadas al fracaso. El tránsito, la morosidad tributaria y sectores como el turístico, son claros ejemplos de áreas donde además de aciertos en la gestión es necesario el compromiso de la ciudadanía. A modo de ejemplo, uno de los problemas que las sucesivas administraciones no han podido solucionar es la proliferación de basurales, fundamentalmente en la zona periférica de la ciudad. Durante el gobierno de Julio Pintos, intentó instrumentarse un sistema innovador, que preveía la obtención de fotografías que permitiesen identificar a los irresponsables que transforman espacios verdes en basureros. La iniciativa, aun interesante, fracasó, ya que los infractores –muchos en autos último modelo-- trasladaron su accionar a horarios nocturnos, haciendo estéril el esfuerzo de los inspectores. Zonas como la Playa Park, el Parque Municipal y gran parte de la Costanera Sur, siguen siendo el sitio predilecto de estas personas para depositar sus residuos, sin que la comuna pueda hacer realmente algo al respecto. Es un tema que sigue en el debe y que las nuevas autoridades tendrán que buscarle una solución, antes que la situación –en algunos casos—sea irreversible.