Paysandú, Lunes 06 de Septiembre de 2010

OPINIONES

SOLICITADA

Locales | 05 Sep En el país de la estadística y registros, la gente sigue matándose en las rutas. Todos los años, y esto no es de ahora ni del gobierno anterior, ni del otro, ni del otro, viene desde el fondo de la historia del Uruguay moderno, nos vuelven a “sorprender” las cifras que se llevan prolijamente registradas por las autoridades de turno con referencia a los siniestros que se producen en las carreteras nacionales. En una proporción elevada se deben a inconductas de los usuarios que circulan violando normas del tránsito sin considerar los riesgos que esto conlleva. Pero ese no es el único motivo de los lamentables acontecimientos donde se matan uruguayos y extranjeros que nos visitan y recorren las diferentes rutas.
Hay otras causas y desde siempre, no se reconocen para no cargar con responsabilidades que deberían asumirse de una vez por todas. ¿Es que no hay suficiente capacidad de razonamiento para darse cuenta que nuestras carreteras no disponen de elementales y necesarias banquinas para realizar maniobras en caso de ser necesario?
¿Cómo puede alguien imaginarse que con un tránsito cada vez más dinámico y voluminoso de enormes camiones transportando toneladas de troncos, las rutas, puentes y caminos, podrían soportarlo?
¿En qué situaciones dramáticas muchas veces, nos vemos los conductores que por esquivar un cráter en la ruta nos vemos obligados a desviarnos por un instante del rumbo que llevamos, corriendo enormes riesgos por la maniobra -contra nuestra voluntad- que debemos hacer?
Ha faltado y sigue faltando una transformación lógica del diseño del mapa rutero de nuestro país. Ha faltado y sigue faltando el mantenimiento elemental de aquellos tramos en donde el movimiento vehicular es mayor.
La realidad golpea y nos muestra que en zonas muy turísticas y “para quedar bien parados” ante el viajero internacional, la preocupación en cuanto a obras ha sido notoria y hay lugares donde la ruta es una cinta, sin pozos y señalizada como corresponde, donde da gusto transitar. Y está bien, pero el país no es solamente Punta y aledaños. Hay un enorme trazado que está olvidado.
Para aquellos que parecen desconocer la realidad o tratan de ignorarla, quiero invitarlos a un pequeño tour por algunos lugares donde recorrer rutas es un verdadero martirio. Y no hago referencia solamente a las tremendas e irreparables pérdidas de vidas que es el peor y más lamentable resultado.
Los contribuyentes que con el pago de impuestos “mantenemos” el funcionamiento de las estructuras del Estado, ¿tenemos que continuar destrozando vehículos por el pésimo estado de las rutas? ¿Tendrá alguna incidencia la presencia de animales sueltos en las rutas? Hablo con total propiedad, vivo en zona de Ruta 3 y observo la camioneta de Policía Caminera retirando algunos ejemplares en más de una oportunidad por semana.
Considerando el enorme volumen de tránsito diario, más allá de los datos que se conocen, hay que agradecer la prudencia que manifiestan la mayoría de los conductores y a la lenta pero renovada plaza automotriz que recorre el país y que hace posible que los números no sean muy superiores en cuanto a siniestros y muertes.
Si bien los vehículos se renuevan, no sucede con la rapidez que sería deseable para “sacar” de circulación aquellos que ya no están en condiciones de hacerlo. Para actualizar esa plaza será necesario tomar medidas que bajen y flexibilicen los costos de los vehículos.
A la hora de sacar cuentas, sumar los gastos de circulación, patente, combustible, seguro, entre otros, hace cada vez más difícil que aquellos propietarios de autos casi en desuso puedan acceder a uno nuevo que brinde garantías a la hora de transitar.
¿No es posible esa flexibilización? ¿Está bien que el valor de un vehículo 0 km en Uruguay sea el 30% más elevado que en países vecinos?
Y aquellos que acceden a coches nuevos y recorren las rutas, en caso de roturas de parabrisas, amortiguadores, etcétera, por el mal estado de la cinta asfáltica, ¿quién se hace cargo de las reparaciones? ¿Hay alguna dependencia estatal que atienda estos casos y brinde respuesta real a los usuarios? ¿Y cuándo las personas resultan lesionadas?
Hace poco, se conocieron declaraciones públicas de un jerarca de Policía Caminera y se escucharon voces del Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Más allá que cumple con sus funciones y da a conocer las cifras, estoy convencido que no se puede responsabilizar solamente a los conductores por infringir normas del tránsito que causan siniestros.
Por ese motivo, invito al Sr. Comisario Joselito Sánchez, encargado de Relaciones Públicas de Policía Caminera, a realizar un tour partiendo de la ciudad de Tacuarembó, tomando Ruta 26 y Ruta 3 hasta Paysandú. Y que desde Paysandú viajemos hasta la ciudad de Fray Bentos por la Ruta 24 y por la 2 rumbo a Mercedes, dejando atrás a la capital de Soriano tomando la Ruta 14 iremos hasta Trinidad y desde allí volveremos a Paysandú por la Ruta 3.
Como el funcionario no tiene la potestad de solucionar el tema, quiero extender la invitación a representantes del Ministerio de Transporte y Obras Públicas para que “vivan y sufran” la experiencia en el lugar de los hechos y tal vez el resultado de la aventura sea útil para tomar decisiones concretas y posibles para alterar la situación.
No me conformo con que acepten la invitación, les ofrezco gratuitamente la entrega de la cartelería necesaria, respetando las medidas y materiales reglamentarios para señalizar como corresponde nuestras carreteras hoy:
“Velocidad autorizada: 20 km/h”; “Carretera peligrosa… hay pozos”; “Ud. está ingresando a una extensión de 10 km a puro pozo, tenga cuidado”; “No se apure, así está toda la ruta…”; “Tenga paciencia y recuerde: no hay banquina”; “Cuídese de los demás y de la carretera...”; “¡¡Peligro!! Hundimiento de cinta asfáltica por abuso de tránsito pesado…”; “Animales sueltos en los próximos 500 km…” y hay más.
Pero no todo está perdido. Lo que está bien hay que reconocerlo. Es muy buena la medida que desde el Estado se determine que las empresas privadas encargadas de los peajes que no cumplan con el mantenimiento -que es su responsabilidad- no cobrarán lo que les corresponda. Es muy buena la medida de los controles que se incrementan por parte de Policía Caminera y el nuevo pedido -casi un ruego- a que se cambie la cultura del manejo en las rutas por parte de la población.
Pero sin dudas, no alcanza.
Es momento de asumir definitivamente que hay causas ajenas al conductor y que las obras que se necesitan, ¡hay que hacerlas! Cuando está en juego la vida de la gente, no es aceptable la respuesta que no hay dinero.
Uruguay debe ser uno de los que más gasta para mantener en pie un Estado gigante para un país territorialmente pequeño. Demasiado dinero de los contribuyentes se ha destinado para otros fines que no sea el de volcar en obras que devuelvan al ciudadano que paga y paga siempre, servicios adecuados, infraestructuras mínimas para atender la salud, educación y vías de tránsito, por citar algunos.
Nadie va a considerar un despilfarro el dinero que se invierta en adecuar nuestras rutas. La ganancia estará en vidas, en tranquilidad social y en una realidad que demuestre que es posible.
La invitación está hecha. Ramiro Gutiérrez C.I. 3.365.176-3

SOLICITADA
Terminemos de una
vez con la inseguridad
en Paysandú
Lo que ha pasado realmente me mueve en lo más interno, me pide a gritos que salga a denunciar públicamente (más allá de que todos nos debemos sentir igual) que esto no da para más. Porque todo tiene un límite y acá en Paysandú creo que lo hemos alcanzado.
Una madre de tres niñas ha fallecido fruto de un arrebato, pisada por un ómnibus. Una joven que nada hizo mal ese día, simplemente hizo como todos hacemos a veces: fue a la mutualista a hacerse unos estudios y volvía a su casa.
Pero esta violencia de la que somos víctimas no le permitió llegar a destino, como ha pasado tantas veces, pero sin esta magnitud. Al leer la noticia en EL TELEGRAFO (más allá de que la habíamos comentado el día anterior en casa porque nos habíamos enterado por la radio), no me sale otra cosa que pedir Justicia, que exigir que de una vez por todas nuestro sistema político (y digo sistema político, no digo gobierno ni administración), se ponga las pilas y ajusten las leyes como se debe, para que se imparta justicia de la manera adecuada y estos delincuentes estén donde tienen que estar, presos.
Que de una vez por todas le den a la Policía las armas legales necesarias para poder combatir este flagelo, antes de que sea demasiado tarde, para que puedan detener a estos malvivientes sin ese resquemor de que al rato andan sueltos. Para que puedan cumplir con su deber sin temor, para que no nos convirtamos de a poco en lo que vemos en “Crónicas”.
Ya es hora de que se hagan las cárceles que se necesitan, que se baje la edad de imputabilidad, que las penas sean acordes con los delitos cometidos, que en resumen se dejen de discutir lo chiquito y legislen lo grande.
No puede ser que en los últimos 10 años a mí me hayan robado diez veces, cuando tenía la pizzería, cuando andaba con la venta de helados, en el club político, en cada lado en el que he estado y todo se vaya en promesas y nunca se haga nada. Lo que es más en vez de meter presos a los que tienen que encarcelar, sueltan a algunos para que sigan robando, violando, golpeando…
Hoy lo que siento como ciudadano es una impotencia bárbara y desilusión porque no avanzamos y lo que siento como “político” es vergüenza, de que no se den las discusiones de la manera que se deben dar, que no se llegue hasta el final con estos temas sin importar el rédito político… ¿Hasta cuándo deberemos soportar estos atropellos de los que somos víctimas? ¿Cuánto hay que esperar? ¿Esperaremos a que algún familiar tome venganza por mano propia?
Esta de hoy debe ser la gota que rebalsó el vaso, sin lugar a dudas.
Los ciudadanos de Paysandú debemos organizarnos de una vez por todas para que esto termine. No puede ser que haya señoras mayores que salen con un cuchillo en la manga porque ya las arrebataron tres veces; no puede ser que no podemos mandar a nuestros gurises tranquilos a ningún lado sin temer que les hagan algo para sacarle el celular o la plata de la merienda… No puede ser que tengamos que andar pensando todo el tiempo si salimos de noche a caminar o volvemos de guardar el auto o lo que sea que hagamos como personas normales.
A mí esto me terminó de cansar y estoy dispuesto a acompañar a quienes quieran presionar para que de una vez por todas empecemos a terminar con esta inseguridad.
Le pido a usted que está leyendo, que piense un segundo si esto le hubiera ocurrido a Ud., qué es lo que haría… Sé que no es fácil pararse y decirlo, pero depende solo de nosotros que de una vez por todas el sistema político le de la importancia que debe tener este tema. Acá la gran mayoría no somos delincuentes y merecemos vivir tranquilos, trabajando, formando familia, disfrutando. No dejemos que nos roben nuestro futuro ni el de nuestros hijos. Empecemos hoy. Juntémonos y comencemos a presionar. Y exijamos que quienes nos representan realmente lo hagan. Lic. Alfredo Dolce Guevari


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