Paysandú, Sábado 18 de Septiembre de 2010
Locales | 12 Sep ¿Emergencia móvil?
Desde hace muchos años, prácticamente desde sus comienzos en Paysandú, somos afiliados con mi familia a la Unidad Coronaria y de Emergencia Móvil (UCEM). En muy contadas oportunidades hemos requerido dicho servicio –por suerte, ya que creo que sería una bendición pagar por el mismo y no necesitar usarlo nunca--, y siempre recibimos una muy buena atención, rápida y eficiente.
Pero el viernes 27 de agosto del corriente año, aproximadamente a la hora 9.15, solicitamos asistencia a UCEM en forma telefónica para mi madre, anciana y con varias dolencias por sufrir una descompensación a nuestro juicio importante –no somos idóneos para determinar la gravedad de la misma—porque realmente la vimos muy mal. Reiteramos el pedido en tres oportunidades más y siempre se nos respondía que “estaban atendiendo otra urgencia” pero que “ya van”. Finalmente en el entorno de la hora 10 llegó el médico, cuando mi madre ya había muerto, limitándose su actuación a simplemente constatar su fallecimiento. Es decir que desde nuestro primer llamado –y a pesar de las reiteraciones posteriores—transcurrieron aproximadamente 45 preciosos minutos, habiendo fallecido sin apoyo médico. Nuestro domicilio está ubicado aproximadamente a unas 12 cuadras de distancia de UCEM y como entiendo exagerada la demora, consulto al doctor los motivos, respondiéndome que estaba atendiendo otras urgencias previas. Pregunto de cuántos móviles disponían y me dice que dos. Creo interpretar que se debe haber referido a dos médicos o equipos médicos, pues creo que móviles (vehículos) disponen de muchos más.
El 30 de agosto concurro personalmente a UCEM, para cumplir con el trámite de baja de afiliación y pido a la funcionaria que me atiende que por favor transmita a las jerarquías correspondientes, la inquietud por lo que entiendo es una demora exagerada para una urgencia.
UCEM cobra a domicilio la cuota mensual por adelantado, vale decir que los primeros días de agosto cobraron todo el mes. Puntualmente, como todos los meses, el 3 de los corrientes me vienen a cobrar setiembre e incluyen también la cuota de mi madre, reitero fallecida el 27 de agosto y dada de baja el 30 de agosto. Disponiéndose de sistema computarizado, esto no debería ocurrir ya que al instante queda la baja registrada y si los recibos de cobro ya estaban hechos, era simplemente retirarlo.
No pretendo con estas líneas ningún tipo de polémica o explicaciones que quieran justificar lo ocurrido, ni tampoco llegar a perjudicar a alguien. Seguramente aunque la asistencia hubiera llegado en 5 o 10 minutos –que es lo importante—mi madre posiblemente falleciera igual dado su frágil estado de salud, pero al menos me quedaría la tranquilidad que fue atendida por un doctor cuando aún estaba viva.
Mi intención no es otra –y lo establezco en forma constructiva—que llamar la atención de los directivos o quienes corresponda para que se ajusten los procedimientos y no ocurran estas situaciones que en definitiva –y en cosas tan importantes como la salud—perjudican la imagen de la empresa, entendiendo que muchas veces las soluciones no son fáciles pero deben procurarse. Y como reflexión final: no puede atenderse respetándose el orden de solicitud cuando alguien llama –por poner un mal ejemplo—por un dolor de cabeza a cuando otro llama desesperado por una urgencia real; y me parece también que en un turno no puede haber únicamente dos móviles (o equipos médicos) disponibles para cubrir toda la ciudad. Walter A. Lynch
Hermanos y hermanas sanduceros, mañana puede ser tarde. Sí, mañana puede ser tarde, tenemos que comenzar hoy sea como sea. Si las autoridades no pueden cambiarlo hagámoslo nosotros, que en definitiva somos los que estamos padeciendo esto que no sé cómo llamarlo. Tampoco cómo llamar a estos seres, si monstruos o ladrones de vidas, no sé, no encuentro el adjetivo, creo que no lo hay. Pero sí sé que tenemos que cambiar, sanduceros. No hay lugar a esperas, esto es de todos no solo de la Flia. Giraldi-Severo, es de todos, hagámoslo.
Tenemos que mejorar la calidad de vida de nosotros, de nuestros hijos y de nuestros nietos; tenemos que volver al Paysandú de puertas abiertas, no nos quedemos dentro de nuestras casas con rejas, “rompámoslas”, salgamos a la calle (en paz) pero salgamos todos los días si es necesario, sin violencia pero con firmeza y sin descanso, hasta que los señores gobernantes tomen conciencia y nos den (por medio de la justicia) la tranquilidad que nos merecemos.
Una persona de 15 años con un arma no es menor, ¡por favor sáquenlos de las calles, háganlos trabajar! Algunos son recuperables, hagan un reformatorio, no digo una cárcel, todo el dinero que se gaste en esto créanme que va a ser la mejor inversión que pueda hacer un gobierno. Dejen las calles para la gente, para el pueblo, para el trabajador. Que la persona que salga a trabajar de mañana vuelva de tarde a su casa, no a un sanatorio o a una sala velatoria. Los niños tienen todo el derecho de vivir tranquilos con sus padres.
Veo que esto se les está yendo de las manos, señores gobernantes, como muy uruguayo que soy (hace 42 años que trabajo y lo sigo haciendo), no dejen que se les escape. Devuélvannos la confianza, la confianza que hemos perdido. En lo personal he sido asaltado (entre robos y arrebatos) más de 14 veces, pero esta solicitada no la estoy escribiendo por mí, la estoy escribiendo para que mañana nuestros hijos y nuestros nietos puedan vivir en una ciudad como la gente, no en el terror; sí, lo hago por ellos, yo ya estoy grande y creo que mal o bien he cumplido con aciertos y con errores como toda persona, pero no puedo quedarme más mirando estas situaciones.
Estoy a las órdenes para comenzar (siempre en paz) lo que sea necesario. Juntémonos sanduceros, juntémonos, mañana puede ser tarde... CI 4.103.044-4
Hoy no es un día más
Hoy domingo podría ser un día más. Ir a la feria a la mañana, almorzar, arreglar alguna cosa en casa, mirar el fútbol, dar una vuelta, cenar, terminar la semana. Mañana lunes, empezaría una nueva semana, como siempre, todo igual.
Pero he decidido que no. Hoy no será un domingo más y mañana no será el comienzo de una semana igual a todas las demás. Hoy voy a cumplir con mi deber moral, con lo que les enseño día a día a mis hijos y lo que aprendí de mis mayores. Hoy voy a ser uno más que dice que quiere vivir en un Uruguay mejor, sin violencia, en donde el derecho de cada uno termina donde empieza el derecho del otro. Hoy me voy a acordar de Romina Severo, hoy me voy a acordar de Leticia Álvarez, hoy me voy a acordar de Isabel, de mis vecinos de al lado y de tantos otros que tuvieron que sufrir para que yo me diera cuenta de que si no asumo mi responsabilidad, esta situación no la cambia nadie. Como decía nuestro prócer, “Nada podemos esperar sino de nosotros mismos”.
Hoy a las 16:30 voy a ir a la plaza Artigas y marcharé, sin que me importe si somos cien o diez mil. Voy a marchar porque tengo la obligación de hacerlo, porque soy una persona de bien, pacífica, cansada, impotente e indignada con todo lo que pasa. Hoy voy a la marcha que representa mi estilo de vida. A la marcha para que todo lo que tiene que cambiar, cambie. Hoy me calzaré mi traje de Ciudadano y exigiré a mis representantes nacionales que escuchen lo que todos sentimos y con una mano en el corazón, levanten la otra para votar a favor de mantener los antecedentes de los “menores infractores” cuando cumplen 18 años. Hoy voy a la marcha y mañana me voy a sentir bien conmigo mismo. Ojalá que seamos miles. Por Romina, por todos nosotros. Alfredo Dolce Guevari
Cuando la realidad
nos obliga
Es fácil ser opinólogo cuando las cosas no nos tocan de cerca; es fácil opinar cuando hablamos de fútbol, del precio del Dólar, del IRPF, de tal o cual Política de Estado... Es fácil ser opinólogo e incluso todólogo cuando se es Oriental.
Este no será el caso. Vamos a hablar... en realidad voy a hablar (no entiendo mucho cuándo se utiliza el plural si es uno el que escribe o habla, pero en fin).
Otra vez y van... esta vez el tema es la inseguridad; otra vez. Esta vez el tema es la impunidad de los asesinos, aunque sean menores y esta vez vamos a clamar por justicia, en la certeza que no llegará la Justicia en este caso, ya que no hay justicia que haya inventado el imperfecto ser humano que repare lo irreparable, y también voy a hablar de solidaridad y humanidad (característica humana si la hay, pero que cada vez más escasea).
Si, claro, voy a hablar del crimen de la joven docente, madre de tres criaturas, de un padre y esposo, en realidad de un viudo, y de toda una familia, y de toda una comunidad, la sanducera y en especial la educativa, que de ahora en más nos las tendremos que arreglar sin la presencia de una excelente compañera, persona, ser humano, y es evidente que faltan las palabras para describir todo lo que nos faltará de ahora en más, desde la partida de nuestra coterránea. Joven de 27 años a la que se le trunca la vida, ella no podrá ver crecer a sus hijos, ya no podrá ejercer su profesión, ya no será la compañera de su esposo más que en el recuerdo, ya no será nuestra compañera... Vivirá en nuestra memoria colectiva, nunca la olvidaremos. Fue otra víctima de la “inseguridad”, otra víctima del ridículo término acuñado a estos aberrantes hechos, “sensación térmica”, y hoy nos damos cuenta cabal porque nos toca de cerca. Claro, esto no pasa en Montevideo, nos pasa en Paysandú y nos desgarra como pueblo de raigambre solidaria, porque ser sanducero es una cuestión de identidad. Y nos toca de cerca este hecho, y nos indigna que ocurra cuando no debió ocurrir, y más nos indigna cuando las instituciones responsables de que estos hechos no ocurran aparecen omisas; sí, omisión es faltar a la tarea a la cual se debe atender con celo una temática, y en este caso es el trillado tema de la minoridad; sí, claro, de los menores infractores. Por definición es menor infractor aquel que viola una ley redactada por el Legislador, aplicable a todos los ciudadanos, pero que se aplica de manera especial cuando el que la viola es un menor de edad. Es igual la consecuencia legal para el que provoca un desmán en la vía pública como para el que asesina a una madre... ¿No será que hay algo que no funciona en este sistema? Sin lugar a dudas que hay muchas cosas que no funcionan, pero en este caso no nos podemos permitir la omisión ni la inoperancia, ya que fue asesinada una persona de bien, por dos menores, y ¡claro que algo falla! INAU demoró más de 24 horas en “definir” ante el Juez si uno de los menores estaba libre, en salida transitoria o fugado. ¡Estaba fugado! Ergo, si no hubiese habido omisión podríamos inferir que esta desgracia no habría ocurrido. ¡A pensar! ¡Si un organismo obsoleto, inoperante, inútil desde hace décadas en lo que a contención de menores infractores hubiera funcionado bien, esta ciudadana podría estar viva! Ese mamarracho de institución que ya es caduco en cuanto a políticas de adolescencia infractora se refiere, hoy se llama INAU y desde hace décadas, lo repito, es inoperante en cuanto a la función de contención de menores Infractores, y en esta instancia, cuando vemos a la jefa departamental salir del Juzgado lavándose las manos al mejor estilo Poncio Pilatos, alguien le debe dejar claro a ella y a los señores directores de INAU que acá en Paysandú una mujer murió asesinada por dos menores de edad que por lo menos uno de ellos estaba fugado, por lo que deberían ser procesados por omisión, negligencia y manifiesta incompetencia en lo que respecta a sus deberes como funcionarios responsables de las “políticas de minoridad infractora”. Todos sabemos que el problema no es de sencilla resolución, tampoco queremos que salten “chivos expiatorios” que a nadie conformarían. Pero que quede una cosa bien clara: en este caso Justiniano se hizo justicia; no habrá justicia, hasta que no paguen los demagogos que toman a su cargo semejantes desafíos sin tener la capacidad ni los métodos como para hacer frente a las demandas de esta sociedad, cada vez más encerrada en sus propias cárceles afectivas. No tenemos Derechos Humanos, no podemos deambular libremente sin peligro de que nos maten por una bolsa de pan, nos tenemos que acantonar detrás de las rejas para que no violen nuestra propiedad privada, nuestros hijos no marchan seguros por la calle ya que por un par de “championes” los pueden matar. ¡Por favor! Alguien que tome esta posta. ¡Si el pueblo sanducero es el que tiene que dar el ejemplo en paz para que pare esta locura de impunidad y avasallamiento de los derechos del hombre, que así sea! A no aflojar, aunque ya es tarde si se perdió una hermosa vida por ello. Gustavo Rezzano Ruckert
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