Paysandú, Lunes 20 de Septiembre de 2010
Opinion | 17 Sep Un informe divulgado en los últimos días por el Banco Mundial analiza el escenario de América Latina y el Caribe como productores de materias primas, y aporta una visión optimista sobre la evolución de los mercados mundiales respecto a estos productos que salen sin procesar de sus países de origen, a la vez de poner en segundo orden la importancia de que estos elementos primarios reciban valor agregado en el subcontinente.
Sostiene que la creciente demanda de minerales y materias primas agrícolas por los mercados asiáticos, China en particular, ha contribuido al crecimiento económico a medida que la región deja atrás la crisis global, y de acuerdo con el estudio, en América Latina ha habido un cambio sustancial al pasar de la exportación de materias primas a países ricos al comercio con economías emergentes.
Indica que la participación de Estados Unidos como destino de las exportaciones disminuyó de 44% en 1990 a 37% en 2008, mientras que la de China creció más de diez veces en el mismo período al pasar de 0,8 a 10 por ciento de las exportaciones totales de materias primas. Así, China es el mercado más importante para las exportaciones brasileñas de materias primas, al representar casi una quinta parte del total de éstas en 2008.
Para el Banco Mundial este volumen de exportaciones, de administrarse adecuadamente, haría que las abundantes ganancias provenientes de esta recuperación impulsada por las materias primas puedan ayudar a que la región aproveche esta oportunidad de crecimiento, proporcionando mayor espacio fiscal a los gobiernos y sirviendo directamente como una plataforma de desarrollo.
En este contexto, la velocidad de la recuperación latinoamericana y su fortaleza ante la crisis económica global puede atribuirse, en parte, al crecimiento de las exportaciones de materias primas regionales con destino a las economías asiáticas, según evaluó el economista en jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Augusto de la Torre.
El jerarca indicó que asumiendo que la demanda asiática de exportaciones como soja argentina, mineral de hierro brasileño, cobre chileno, pescado y minerales peruanos y otras materias primas latinoamericanas se mantenga, la región estará en una posición inmejorable para poder beneficiarse de sus recursos naturales.
Es cierto, como lo sitúa el Banco Mundial, que esta corriente favorable y los altos precios de las materias primas pueden maximizar aún más la contribución al desarrollo regional siempre y cuando las ganancias se administren de manera prudente y con un horizonte de largo plazo y la región evite los riesgos asociados con la abundancia de materias primas.
Pero debe tenerse presente que si bien hay disponibilidad de recursos naturales y se cuenta con grandes ventajas comparativas para la producción de materias primas, con suelos y clima favorables, así como grandes extensiones de tierra para producir en grandes volúmenes, no es menos cierto que la repercusión en los países productores no tiene el mismo poder multiplicador de riqueza y beneficios económicos en la sociedad que el que genera la exportación de valores similares en productos terminados o semiterminados, por lo que los números globales pueden llevar a cierta confusión.
Y si bien es compartible que como señala el técnico del Banco Mundial, a largo plazo el desafío es administrar bien esta bonanza y destinar esas ganancias a la inversión en capital humano, a construir una infraestructura mejor y a fomentar la innovación, que es algo fundamental para el crecimiento sostenido, otro aspecto sustancial a tener en cuenta es promover la inversión para que el mayor volumen posible de esos productos primarios salga con el máximo posible de valor agregado.
No es un tema menor, pese a que la coyuntura de buenos precios de las materias primas agrícolas otorgue a la región niveles de crecimiento sostenidos que contrastan con la crisis global que se ha materializado a partir de 2008 y que subsiste en países europeos y Estados Unidos, porque la situación ha sido salvada por la presencia de países como China y la India, como compradores de materias primas. Este esquema de vendedores de productos en bruto para que sean trabajados en economías industrializadas es un factor que significa dependencia y sobre todo crear puestos de trabajo de calidad en otras latitudes, en contraste con los que se generan con su producción en los propios países latinoamericanos. De hecho Uruguay y otros países productores ya vivimos una bonanza similar luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, y vimos como en apenas un par de décadas esa riqueza que parecía interminable finalmente se esfumó, mientras los precios de los productos sin procesar caían a un piso de miseria.
Por lo tanto la lectura correcta del escenario debe hacerse a la luz de estos factores socioeconómicos, a efectos de establecer un diagnóstico aproximado de la realidad en que nos encontramos, para actuar en consecuencia y resistir la tentación de echar las campanas a vuelo cuando hay todavía muchas falencias a corregir.
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