Paysandú, Miércoles 22 de Septiembre de 2010
Opinion | 21 Sep La educación integral es una meta de nuestro sistema educativo que implica ofrecer a los estudiantes la posibilidad de acceder a habilidades, destrezas y conocimientos que les permitan estar mejor preparados para enfrentar la vida.
La meta, por demás amplia y ambiciosa en un sistema que padece complejidades y problemas harto conocidos como la deserción y el rezago escolar en algunas áreas fundamentales del conocimiento como el lenguaje y las matemáticas, sin embargo es necesaria.
Muchas veces se ha utilizado al sistema educativo, en especial a Primaria, para inculcar hábitos, valores y metas que la sociedad se propone. Ejemplo de ello son las campañas de salud tales como prevención del cólera, del dengue, contra el tabaquismo y tantas otras, que con las mejores intenciones llegan al aula para que nuestros niños oficien de multiplicadores hacia la familia, el barrio y la comunidad.
Sin embargo nuestro sistema educativo aún no ha sabido resolver la incorporación de otras destrezas que pueden llegar a ser sumamente necesarias para la vida y una de ellas es saber nadar.
Este fin de semana fue noticia el hecho de que una joven holandesa que está en Paysandú como participante de un programa de intercambio estudiantil, salvó la vida a un hombre que se estaba ahogando en el río Uruguay ante la impotencia de su propia familia por no poder ayudarlo.
Más allá del valor del sentido solidario y la valentía de esta jovencita, el hecho puso sobre el tapete una realidad que debería ser tenida en cuenta por los diseñadores de políticas públicas: buena parte de la población uruguaya no sabe nadar.
En cambio, en el país del cual proviene esta joven ningún niño o niña egresa de Primaria sin saber hacerlo. Es para ellos una obligación que amerita incluso la extensión de un certificado. Lo mismo ocurre en otros países de los cuales podría tomarse ejemplo.
En Uruguay, cuyo territorio está surcado por innumerables cursos de agua entre los que se destacan ríos, arroyos, lagunas y una importante costa oceánica, saber nadar podría significar la diferencia entre la vida o la muerte en una situación de emergencia. De hecho, cientos de uruguayos mueren cada año por no saber ni siquiera lo básico de la natación.
No es descabellado plantearlo ni imposible llevarlo a la práctica pero, paradójicamente, nuestro sistema de enseñanza se ha enfocado más a usar los niños como medios de difusión de políticas del Estado que a enseñarles aquello que realmente necesitarán para su desarrollo personal y su propia seguridad.
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