Fabián Rodríguez

Locales | 22 Sep La frase, así de sencilla y contundente, sintetiza el agradecimiento de Fabián Rodríguez y su familia a Lieke van der Berg, una joven holandesa de 18 años participante de un programa de intercambio estudiantil que le salvó la vida cuando se estaba ahogando en el río Uruguay. El episodio, del cual dio cuenta EL TELEGRAFO en la edición del lunes, se registró en las primeras horas de la tarde del sábado cuando Fabián estaba junto a su familia en la costa del río Uruguay y de pronto, una pelota cayó al agua. “El nene lloraba y me pareció que podía ir a buscarla, pero la corriente la fue llevando y cuando me di cuenta estaba bastante adentro; yo nado en el río pero me cansé y no me dieron las fuerzas. Era consciente de que no podía volver y empecé a pedir ayuda. Siempre hay gente en esa zona pero, increíblemente, ese día no había nadie. Desde el agua sólo vi esa camioneta que pasaba y grité por ayuda, ya no daba más y si no hubiera sido por esa muchacha, me ahogaba. Gracias a ella estoy vivo”, contó Fabián, quien tiene 24 años y llegó a nuestra Redacción para preguntarnos el teléfono o la dirección donde se hospeda la joven holandesa en Paysandú para agradecerle personalmente. “Un vecino vio el diario hoy (lunes) y como sabía lo que le había pasado a Fabián, se dio cuenta enseguida que era él y nos avisó de la publicación”, dijo Ana Viera de 21 años, esposa de Fabián, quien vivió la impotencia de no poder ayudarlo porque no sabe nadar. “Me tiré al agua pero cuando me llegó a los hombros me detuve porque no sé nadar y en la orilla los nenes lloraban”, dijo. Se refería al pequeño Joaquín, de dos años, y una prima de la misma edad.
“El nene nos había pedido para ir a la playa y salimos a dar una vuelta. Estábamos pasando un rato nomás”, dijo Fabián, quien se dedica a hacer changas de carpintería en su casa en el barrio Curupí. Ella cumple tareas en el programa “Uruguay Trabaja”, desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Social. “Cuando salí del agua estaba en shock; Ana también estaba mojada y muy asustada; apenas dimos las gracias y nos fuimos para casa”.
“No somos desagradecidos pero tampoco sabía quién era la muchacha que me había salvado, sólo había notado que tenía un acento extranjero. Por eso, al ver la nota que salió en el diario, pensamos en venir acá para ver si nos daban algún dato para ubicarla y poder agradecerle personalmente”.
“Es horrible pasar por esa situación, le estamos muy agradecidos”, dijo la pareja, que sueña con darle al pequeño Joaquín “la mejor educación” que esté a su alcance y que aprenda natación.