Paysandú, Lunes 27 de Septiembre de 2010
Opinion | 21 Sep unque sin aventurar mayores detalles y tampoco el posible lugar de ubicación, el ministro de Salud Pública, Ec. Daniel Olesker, había anunciado en agosto que las autoridades de su secretaría de Estado evaluaban la instalación en el Litoral Norte del país de un centro de atención cardiológica de alta tecnología, en respuesta a una movilización popular que tuvo lugar poco antes en la capital salteña en el marco de las acciones que desde hace años se desarrollan en la vecina ciudad en reclamo de la instalación de un Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE).
Si bien Olesker no definió el lugar donde se instalaría el Centro de Referencia Cardiovascular (CRC) anticipó que en un período breve se tendría una decisión y reafirmó que “no tengo dudas” que al norte del río Negro debe instalarse un centro de estas características. El secretario de Estado indicó que se estaban estudiando una serie de factores que responden a la necesidad de garantizar la calidad de estos institutos, en tanto evaluó que por su ubicación estratégica, Salto y Tacuarembó son los departamentos que tienen mayores probabilidades de ser elegidos por las autoridades del Ministerio de Salud Pública para instalar un CRC, que atienda a la población que vive en el norte del país. En los últimos días, de acuerdo a lo anunciado por el matutino El Observador, el gobierno autorizará finalmente el funcionamiento de dos IMAE cardiológicos, “uno en Tacuarembó y otro en Salto, luego de una disputa entre ambos departamentos por lograr la autorización oficial”.
Igualmente debe tenerse presente que el Hospital público de Tacuarembó ya tiene la infraestructura y efectúa operaciones de alta especialización, por lo que pasaría ahora a recibir el reconocimiento oficial como IMAE cardiológico, pero además se autorizará la creación de otro IMAE en Salto, según indicaron al matutino fuentes del gobierno.
Incluso agrega que la decisión de conceder los institutos especializados a los dos departamentos fue tomada por el presidente José Mujica y con la intención de evitar el contencioso de favorecer un departamento en detrimento del otro y sobre todo teniendo presente que es fundamental contar con atención cardiológica de tecnología avanzada hacia el norte del río Negro.
Si bien se está aguardando un anuncio oficial y las acciones consecuentes, una postura de habilitar dos centros cardiológicos al norte del río Negro, ante el cero absoluto actual --desde que como no es notorio no existe un solo IMAE fuera de Montevideo—conlleva una respuesta positiva a una problemática acuciante para los habitantes más alejados de la capital, que no solo padecen el grave inconveniente de la lejanía con el lugar donde están ubicados los centros cardiológicos, sino que a la vez, de contar con un centro de estas características en el norte, pese a una mayor cercanía, son afectados a la vez por las características de una red vial que ha sido pensada para conectar con Montevideo, pero no para localidades del Interior entre sí.
Ello explica que para un paciente de Paysandú resulte más complejo el enlace con Tacuarembó, pese a que está a unos doscientos treinta kilómetros, que el traslado a Montevideo a casi 400, y que a la vez también tenga sus bemoles el transporte desde otros lugares del norte del río Negro, por lo que un IMAE en Salto permitiría respuestas más a tono con las urgencias de los habitantes del Litoral, que es precisamente donde está la mayor densidad de población en el norte del país.
Y cuando han pasado ya todos los partidos por el gobierno, durante décadas más allá de los discursos de ocasión, no se han registrado avances más o menos significativos en cuanto a acciones para instalar algún IMAE en el Interior, lo que indica que la voluntad política manifestada en los discursos nunca se tradujo en algún intento real por cambiar las cosas y seguimos al fin de cuentas en el mismo panorama de siempre.
Pero entre marchas y contramarchas se advierte en la presente administración una actitud diferente a la de sus antecesoras, y antes del rechazo directo o darle largas al asunto con mil y una excusas, el ministro de Salud Pública Daniel Olesker anunció que se estudiarían varios aspectos inherentes al funcionamiento de un centro de estas características, como es el caso de los accesos desde los diferentes puntos del norte del país en referencia al tiempo de atención, la cantidad de gente que puede lograr atender, los recursos humanos especializados con que cuente el lugar, el equipamiento médico que se tenga o se vaya a instalar, así como los técnicos que abordarán las intervenciones como angioplastias, cateterismos o cirugía cardíaca.
Y el hecho de que se manejen como posibles los dos puntos mencionados, tras tantos años de privilegios para el “embudo” montevideano, indica una voluntad política que debe valorarse en un contexto de antecedentes de promesas nunca cumplidas, por lo que quedamos en la prudente expectativa de que esta vez nos encontremos ante realizaciones y no termine en una nueva frustración.
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