Opinion | 25 Sep A través de un programa educativo impulsado por la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), denominado Trabajo Uruguayo, esta gremial procura despertar el espíritu empresarial en los niños, por lo que se decidió reeditar este año esta iniciativa en todos los quintos años de las escuelas públicas y privadas. De acuerdo a lo manifestado por directivos de la cámara, el objetivo es fomentar la cultura del “emprendedurismo” industrial, pero también generar interés por la actividad industrial en general.
En la CIU se percibe preocupación por la poca cantidad de emprendedores industriales que surgen cada año y considera que se trata de un problema cultural, ya que existen oportunidades para crear nuevos negocios.
A efectos de trabajar en el programa que apunta a revertir este escenario, la gremial logró reunir a una serie de empresas que han aportado unos cien mil dólares para poner en marcha nuevamente el programa este año, que comprende a unos 55.000 niños en todo el país, de acuerdo a lo manifestado por los directivos de la cámara.
Se trata de un intento válido, el que incluso no solo debería comprender las escuelas y ser iniciativa privada, sino que debería formar parte de los programas educativos, sobre todo en las escuelas técnicas, por cuanto ser empresario no solo comprende la capacitación en un oficio o profesión, sino que requiere asimismo formación en una serie de áreas que incluye el manejo contable de una pequeña empresa, la gestión y aspectos claves como el comportamiento del mercado a efectos de detectar las oportunidades.
Pero sobre todo, sería gravitante como la contracultura de la búsqueda del empleo público de por vida, que es una de las rémoras que tiene el Uruguay desde hace décadas, que paraliza la iniciativa privada y que significa optar por la mediocridad segura, en vivir del Estado con un empleo fácil y sin exigencias, inamovible aunque no siempre bien remunerado, antes que pensar en encarar emprendimientos de riesgo.