Paysandú, Martes 28 de Septiembre de 2010
Opinion | 28 Sep De acuerdo a datos de la Unidad de Apoyo al Sector Privado (Unasep), aportados por el analista Ignacio Gervaz en el marco del régimen de promoción de inversiones incorporado por el gobierno entre enero de 2008 y agosto de 2010, Paysandú captó inversiones en 24 emprendimientos empresariales, con una inversión asociada de poco más de 26 millones de dólares. Lo que a primera vista aparece como una cifra significativa, debe evaluarse a la luz del escenario del país y la región, de forma de realmente poder situarnos en la proyección de los números en un aspecto que es realmente sustancial si se tiene en cuenta que la inversión es palanca de desarrollo, de generación de empleo y riqueza. Debe considerarse que una de las premisas del nuevo régimen de promoción de inversiones es el desarrollo de regiones de menor crecimiento relativo, enmarcado en políticas de descentralización y a través de una reglamentación que otorga un mayor puntaje a efectos de cuantificar los montos de exoneración del IRAE a las empresas que se instalen en departamentos con menores niveles en el Indice de Desarrollo Humano.
En gran medida, el régimen tiene entre sus objetivos principales compensar asimetrías en desarrollo relativo, oportunidades de empleo y nivel de Producto Bruto Interno (PBI) dentro del territorio nacional, que por cierto son disímiles pero que en términos generales, con poco margen de error, podríamos definir como inversamente proporcional a la distancia con Montevideo. No puede extrañar entonces que una de las regiones que debería priorizarse en cuanto a exoneraciones y estímulos es el norte del Río Negro, donde están los departamentos ubicados a mayor distancia de la capital, y otros lugares del país que se han vaciado, como la zona centro, que históricamente han tenido dificultades para captar emprendimientos de riesgo y que son epicentro de actividades pecuarias. Si tomamos en cuenta estos elementos de juicio, en base a las cifras expuestas en el informe de EL TELEGRAFO, la primera evaluación que surge es que el norte del río Negro sigue como el “último orejón del tarro” en cuanto a la distribución de inversiones en el Uruguay, donde Paysandú ocupa el penúltimo lugar dentro de esta región, solo por delante de Salto, con menos del 1,9 por ciento del total de las inversiones que se han captado en el Interior a partir de 2008. Si bien un consuelo podría ser que en 2010 se estuviera revirtiendo la tendencia, las cifras indican precisamente lo contrario: en los primeros ocho meses de este año en Montevideo se han presentado proyectos por más de 386 millones de dólares, en tanto en el Interior este monto es de poco más de 237 millones, lo que indica que las asimetrías continúan manifestándose, y mucho más aún queda de manifiesto esta diferencia si tenemos en cuenta que dentro del Interior la mayor concentración de capitales de riesgo se vuelca en los departamentos situados en el anillo que rodea a Montevideo, como es el caso de San José y Canelones, lo que indica que la proximidad con la capital, por su concentración de servicios, la infraestructura y la cercanía de los organismos del gobierno nacional y el Estado, sigue obrando como factor distorsionante en las políticas de descentralización que pretenden aplicarse. Pero no puede pasar inadvertido, igualmente, que si bien los estímulos realmente significativos solo pueden provenir del gobierno nacional, que es el que aplica los gravosos impuestos y cargas sociales que atenazan y comprometen desde “el vamos” los emprendimientos de riesgo, desde el departamento deben crearse a su vez condiciones que promuevan la captación de capitales que signifiquen dinamización de la economía departamental y regional. Ello se ha hecho a través de exoneración de impuestos municipales y declaratorias de interés departamental, pero el gobierno local debería en forma permanente liderar a su vez políticas de difusión del potencial del departamento, contactarse con inversores, promover y participar activamente en eventos y gestiones para presentar escenarios favorables que signifiquen un factor diferencial a la hora de definir el lugar de radicación del emprendimiento. También se requiere una coparticipación de los actores privados, a través de las cámaras empresariales, y los propios sindicatos, los que en lugar de oponer obstáculos deben asumir de una buena vez que no se trata de promover la lucha de clases, sino de que el capital y el trabajo son socios indisolubles para crear riqueza y establecer condiciones para el desarrollo de los emprendimientos, dinamizar la economía y mejorar la calidad de vida de la población. Estos aspectos seguramente han estado en déficit --además de un decaimiento generalizado del espíritu emprendedor-- en un departamento que tiene una ubicación estratégica privilegiada, que tiene un puerto en pleno proceso de reactivación y desarrollo para incorporar la operativa con contenedores y llamado a ser el instrumento de desarrollo que todavía tenemos pendiente, sin olvidar un parque industrial que desde hace años sigue durmiendo el sueño de los justos, sin ofrecer atractivos para la radicación de inversiones, solo por mencionar algunas materias pendientes.
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