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Paysandú, Miércoles 29 de Septiembre de 2010

La casi perfecta sencillez a pedir de Bocca

Locales | 25 Sep GALA DE BALLET 2010. Ballet Nacional Sodre. Raymonda, Corsario, Nuestros Valses, Doble Corchea. Dirección: Julio Bocca. María Noel Riccetto, Ismael Arias, Vanesa Fleita, Samuel Bianchi y elenco. Teatro Florencio Sánchez. Miércoles 22 de setiembre 2010.
El espectáculo se basó en dos coreógrafos muy renombrados. Por un lado, el marsallés Marius Petipa; por otro el caraqueño Vicente Nebrada. Del primero se seleccionaron dos de sus famosas coreografías donde unía las escuelas italiana y francesa, que fueron representadas parcialmente; del segundo, dos buenos ejemplos de su desenfado, de su ballet con matices teatrales y sensualidad.
No es la única inteligencia de una gala que hizo un recorrido no solamente por diferentes escuelas y etapas del ballet, sino especialmente por diferentes estados de ánimos a través de la danza.
El programa de Bocca, basado en producciones coreográficas del Colón de Buenos Aires y usando las coreografías originales, en noventa minutos permitió asomarse a cuatro obras de exigente técnica, donde no faltaron, por ejemplo, la notable culminación “a lo Petipa” con muy buenos pas de deux con variaciones alternadas, para finalizar en un dueto resuelto con una pose entrelazada y cual estatuas.
También apreciar la multiplicidad del venezolano Nebrada, con dos de sus coreografías más famosas; “Nuestros valses” poniéndole un toque latino a los valses vieneses y el grande finale con “Doble corchea” donde el escenario mostró su mejor sonrisa, mientras cada pareja de personajes ofrecía dos grandes elementos: las características de un instrumento musical y su propia personalidad.
María Noel Riccetto, solista del American Ballet Theatre, que originalmente no integraba la gala, brindó un fragmento de “Corsario”, precisamente la parte emblemática de este ballet basado en el poema homónimo de Byron, representado según la coreografía creada por Petipa en Rusia, en la segunda mitad del siglo XIX. Su presencia en la escena fue simplemente memorable. Si bien el espectáculo apareció todavía en su etapa de ajuste, por algunos -muy pocos- desajustes, atrapó, fascinó, divirtió y conformó plenamente. Ver a estos talentos uruguayos, aunque también los hay de otras partes de América, dejó en claro no solamente que nuestro país está preparado para los grandes desafíos artísticos, sino que el público uruguayo sabe reconocerlo sin titubeos. El sanducero, sin ir más lejos. Desde el básico retiré hasta los pas de deux, pasando por relevé, pirouette y pas de valse, entre otros, los pasos de baile ganaron el escenario y la técnica y eficacia de los bailarines los convirtió en arte. Para recordar con agrado. Hasta la próxima función. Porque ahora que quedó claro que giras nacionales del principal elenco de ballet del país son posibles y financiables, es de esperar que no se haya tratado de una excepción sino del comienzo de una costumbre. Que siga el baile. E.J.S.


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