Paysandú, Jueves 30 de Septiembre de 2010
Opinion | 25 Sep La reciente reunión del Comité Binacional de la Hidrovía del Río Uruguay en Paysandú, en esta oportunidad solo con la participación de las autoridades políticas de ambas orillas a efectos sobre todo de aprobar el marco de funcionamiento y la integración de la Mesa Ejecutiva, conlleva entre otros aspectos positivos seguramente el dejar atrás un período signado por desencuentros y presiones de los activistas de Gualeguaychú para que no se llevara a cabo ninguna instancia de integración bajo la amenaza de “excomulgación” por los piqueteros.
Tras el fallo del Tribunal Internacional de la Haya y el posterior acuerdo entre los gobiernos de José Mujica y Cristina Fernández, que permitió que los asambleístas dejaran sin efecto la irracional medida de corte en Arroyo Verde, lentamente las aguas están volviendo a su cauce, sobre todo porque la enorme mayoría de los vecinos de allende el río ha estado en contra de la medida y si no lo expresaron abiertamente era por la presión de los activistas que con sus voces airadas y sus acusaciones de traición a quien discrepara lograron mantener a muchos ciudadanos en silencio.
Fue así que llegaron al absurdo de trabar las obras de dragado en el río Uruguay para “perjudicar” a Botnia, lo que no solo no logró el objetivo buscado puesto que la papelera opera con barcazas de bajo calado, sino que esta actitud fratricida terminó asfixiando terminales argentinas como la de Concepción del Uruguay, que depende en un todo de contar con buena profundidad para el arribo de buques de ultramar, como bien lo puso de relieve en Paysandú en este foro el intendente de Gualeguaychú, Marcelo Bisogni.
Pero sin dudas que hay mucho paño para cortar en la problemática de la integración regional, con o sin asambleístas, por cuanto hay obstáculos que se levantan desde hace décadas para poder traducir en hechos la voluntad política puesta de relieve en uno y mil encuentros por los presidentes y otras autoridades de ambos países.
Así, los comités binacionales que se han instalado, discontinuado y vueltos a instalar con el mismo o diferente nombre a lo largo de los años han sido en su mayoría huecos de realizaciones, porque se ha funcionado a impulsos y sin continuidad por autoridades locales cuyos esfuerzos las más de las veces se han desgastado en acciones que han chocado contra una burocracia prácticamente impenetrable y un statu quo que se resiste a renunciar a espacios de poder, por más orden presidencial que haya.
Y hablando de problemas eternos, el presidente municipal de Colón, Hugo Marsó, hizo referencia también en Paysandú al gran obstáculo que enfrentamos desde siempre en el instrumento clave para la integración fronteriza, el puente “General Artigas”, como son las demoras en el cruce, que se manifiestan sobre todo en los días de alta temporada y que resultan disuasivas para la complementación turística entre Paysandú y Colón.
“Más que un puente acá tenemos una muralla”, sentenció el jerarca, quien explicó que “a nosotros nos pasa que prácticamente evitamos decirle al turista que puede venir a Paysandú, porque a la vuelta, después de estar dos o tres horas en el puente, bueno, los reclamos y reproches resultan insostenibles”.
Esto está en consonancia con lo que hemos manifestado en esta columna en más de una oportunidad, respecto a que el puente lo único que obstaculiza es precisamente al turismo y en especial el regional, que es el que más nos preocupa, por cuanto el “bagayo” sigue y seguirá pasando así haya colas de 12 horas en la Aduana. Los más perjudicados en todo este esquema somos precisamente los sanduceros, por cuanto al no tener infraestructura competitiva para atraer al gran turismo solo podemos aspirar a captar al turista por el día, que bien podría aventurarse a cruzar el río para disfrutar por unas horas de las playas de este lado al atardecer, o simplemente motivado por la curiosidad de conocer la ciudad que ven desde la costa de Colón. Pero en la medida que no se solucionen estos problemas, así como no se encuentre una forma de subsidiar el exorbitante costo del peaje para quienes cruzan por tan solo unas horas, Paysandú seguirá siendo un espectador pasivo del crecimiento turístico entrerriano, y ni el más atractivo espectáculo en el Anfiteatro o los eventos multitudinarios que pueda realizar como la Semana de la Cerveza lograrán atraer el público que desborda las plazas de la vecina orilla, a tan solo 20 kilómetros de aquí.
Sobre este y otros temas no menos importantes deberá trabajar el Comité de Desarrollo Fronterizo Paysandú Colón, (Codefro) que será reactivado la próxima semana con la presencia del canciller uruguayo Luis Almagro y autoridades de ambas ciudades, ante el desafío de superar definitivamente el Síndrome Gualeguaychú para pasar decididamente a atacar las causas de que estemos estancados desde hace muchos años en la integración regional, como lamentablemente ocurre, y no solo por culpa del conflicto y las demoras en el puente.
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