Paysandú, Sábado 02 de Octubre de 2010
Opinion | 28 Sep Si quienes vivimos en las ciudades mucho nos preocupamos al menor corte de luz o agua por las múltiples contrariedades que ocasiona en el desenvolvimiento de nuestra vida diaria, un rato sin estos servicios también debería hacernos pensar en las dificultades que atraviesan para hacer las cosas más elementales quienes no los poseen en el lugar donde viven o trabajan. Lamentablemente eso ocurre aquí nomás en nuestro propio país y en nuestro Departamento: son aproximadamente 300 las escuelas rurales del país que aún carecen de agua potable y la electricidad. Si además tenemos en cuenta que las zonas rurales del territorio nacional cuentan con 1150 establecimientos escolares, en los que se generan reuniones de productores, quienes evalúan y discuten proyectos de interés, siendo además el lugar natural de encuentro y aquel al que se dirigen los organismos públicos cuando necesitan estar en contacto con estas comunidades, puede comprenderse más cabalmente la importancia de que las escuelas cuenten con agua potable. Por otra parte, aquellas en las que se han realizado perforaciones y colocado bombas para la extracción de agua, están cumpliendo nuevas y muy necesarias funciones sociales para ayudar a los vecinos cuando se quedan sin agua ya sea porque se les secan los pozos, las cachimbas o las cañadas de donde extraen el vital elemento para el consumo y uso hogareño y productivo. Si bien OSE está haciendo un esfuerzo por solucionar estos problemas y a principios de mes firmó un acuerdo con el Fondo Español de Cooperación para llevar agua potable a 335 escuelas rurales y su entorno, es bueno destacar la actitud de la Federación Uruguaya de Magisterio que se reunió con el presidente José Mujica para plantearle este problema y ahora está solicitando a este organismo y a UTE la conexión de los servicios de agua potable y electricidad a las escuelas rurales que aún carecen de ellos. La voz de los pobladores rurales y, en especial, la de los niños que viven en el campo, tienen problemas de amplificación y no siempre sus necesidades e intereses son recogidos por quienes ponen los temas en la agenda pública. Por eso, bueno es que el gremio de los maestros se interese por asuntos que no son sindicales pero hacen a la calidad de vida y a las condiciones en que se enseña y aprende en muchas escuelas rurales uruguayas.
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