Paysandú, Miércoles 06 de Octubre de 2010

Por un ferrocarril que realmente sirva

Opinion | 01 Oct Si en nuestro país el ferrocarril estuviera “vivo”, es decir actualizado tecnológicamente, con suficientes recursos materiales humanos y gestionado adecuadamente, el Uruguay contaría con una logística que lo situaría en la vanguardia regional a efectos de la extracción de materia prima desde los lugares de producción hacia los puertos de salida, lo que equivaldría a mejorar la competitividad y contar con una posición envidiable para el desarrollo del transporte intermodal.
Pero la realidad es muy distinta, desde que al encontrarse desde mediados del siglo pasado en manos estatales, el ferrocarril no solo no se actualizó sino que se rezagó tecnológicamente y el Estado, como mal empresario que es, no invirtió en el mantenimiento y desarrollo de la red de vías férreas, como así tampoco en el parque de tracción y rodamiento; empleó más personal del que necesitaba y no lo capacitó, ya que AFE ha funcionado al margen de todo raciocinio y degradándose durante décadas.
No puede extrañar entonces que estemos como estamos, con un ferrocarril que no transporta cargas ni pasajeros y cuya presencia es meramente testimonial, en áreas en las que debería ser decisivo para el transporte de la producción, lo que explica que se esté en plena evaluación de cómo abordar las grandes reformas que se necesitan en el ente para hacerlo funcional a los requerimientos del país. Y no puede estar ajeno a esta evaluación el hecho de que el Estado no está en condiciones de volcar a su reestructura los cientos de millones de dólares que requiere como inversión para ponerlo a tono con los tiempos, por lo que su renacimiento solo puede ser posible a través de la conjunción de esfuerzos público-privados, como se anunció durante la Administración Vázquez pero sin que se llegara a nada concreto porque no se sostuvo la decisión política primaria de llevarlo adelante.
Fue así que el interés de grandes empresas agrícolas y forestales en participar en este emprendimiento conjunto se fu diluyendo, porque las conversaciones iniciales, que fueron auspiciosas, quedaron luego interrumpidas por el gobierno, ante problemas internos en la coalición y la oposición sindical a la participación privada que pusiera en peligro su condición de funcionarios públicos.
Pero es evidente que el ferrocarril no da para más tal como se encuentra actualmente, y una pauta de ello la da el director del organismo, Mauricio Cusano, cuando hablando ante la Comisión de Transporte y Obras Públicas del Senado expuso que tras asumir el actual Directorio se observó “cierta desidia y falta de voluntad para llevar adelante emprendimientos”, para acotar que se está “ante un ente que no puede cumplir con lo que debe hacer, lo que genera insatisfacción pública y la crítica de los funcionarios. Parece que estuviera suspendido en el tiempo: no está muerto, pero tampoco está vivo. Los programas de reactivación que hubo fallaron o no fueron lo suficientemente fuertes como para lograr salir adelante”.
Incluso razonó, de acuerdo a lo informado por “La República”, que “probablemente en su fuero interno, los funcionarios se sientan desprestigiados, ya que no es lo mismo pertenecer a UTE, Antel o Ancap, que en cierta medida dan prestigio por los proyectos que realizan y el desarrollo que tienen, que a AFE, donde si se declarara la esencialidad del ente, la opinión pública no se daría cuenta porque nadie le presta atención”, e incluso consideró que en el organisno no hay materiales, no hay repuestos y el problema es que “no hay presupuesto para esos insumos. Esto lleva a la conclusión de que sin capital de giro se va a la bancarrota. No hay iniciativa para mejorar en nada”.
El jerarca de AFE no ha revelado nada que sorprenda a cualquier ciudadano medianamente informado sobre la realidad del país, pero constituye un sinceramiento y el poner las cosas en su justo lugar para trabajar sobre realidades y no sobre eslóganes y fundamentalmente falsas dicotomías sobre la base de un ferrocarril enteramente gestionado por el Estado, como si no sobrara la experiencia negativa sobre el particular. Porque de nada serviría, en el supuesto caso de que el país contara con cientos de millones de dólares para reflotar a AFE, que el ente cayera bajo la misma gestión estatal y se perdieran así en poco tiempo nuevamente ríos de dinero. El desafío es elevar las miras y buscar fórmulas de coparticipación con los privados directamente interesados en aprovechar este medio barato de transporte, para potenciarlo y hacerlo sustentable como excelente instrumento que es, bien aprovechado, en apoyo al desarrollo de la producción.


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